Veinte minutos interminables en las JMJ

Fue la única ocasión en los cuatro días de las J.M.J. que S.S. Benedicto XVIII se retrasó. Desde las doce una riada interminable de jóvenes iba llegando a pie al aeropuerto militar de Cuatro Vientos, en las afueras de Madrid. A las 18 horas los diez kilómetros cuadrados destinados a la magna concentración juvenil estaban ya llenos, se había superado el millón de personas y la única entrada de acceso al recinto había sido cerrada.

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Las corridas de toros y la moral católica

«Existe el mismo peligro exponerse a las astas de un toro que a las uñas o los dientes de un león», sentenciaron los concilios de Basilea y de Florencia en el siglo XV. Detrás de esta reflexión estaban las páginas inflamadas escritas por los teólogos cristianos del siglo III y IV encabezados por San Agustín, censurando las fiestas paganas en el circo, del mismo modo que lo habían hecho Cicerón y Séneca.

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