por Jairo Máximo

MADRID ― España ― (Blogdopícaro) ― Cuando recibí la invitación del señor Masashi Mizukami, embajador de Japón en España, para acudir al acto de entrega de la concesión de la Distinción del Ministro de Asuntos Exteriores del Japón, otorgado a la periodista y artista japonesa Masako Ishibashi, y al jefe de cocina español Ricardo Sanz de Castro, me sentí doblemente feliz; tanto por la deferencia de la invitación, como por el merecido reconocimiento a la descendiente de samuráis Masako Ishibashi.
Aquellos que en España conocemos a Masako ―y somos muchos, y de diferentes sectores sociales―, sabemos que ella es una profesional de armas tomar. Su trayectoria de corresponsal de prensa; primero como reportera de televisión, después para la agencia de noticias Kyodo News, la más importante de Asia y Pacífico, es un ejemplo de profesionalidad. Rigor y objetividad son sus premisas.
Sus reportajes televisivo sobre las “pateras” que cruzan los 14,4 kilómetros del Estrecho de Gibraltar, que separan Europa de África, se remontan a los años 90 del siglo pasado, cuando esta tragedia humanitaria ya se asomaba a las puertas trasera de Europa, pero no estaba en el orden del día de las instituciones gubernamentales y humanitarias. Sin embargo, la valiente periodista japonesa ya estaba allí, haciendo la travesía con ellos a bordo de rudimentarias embarcaciones, arriesgando así su vida para dar voz a los sin voz.

Su gestión como presidenta de la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera (ACPE) y vicepresidenta del Club Internacional de Prensa (CIP), evidenciaron la determinación y eficiencia con que organizaba los diferentes actos culturales y políticos bajo su mando.
Asimismo, es memorable su participación en el programa radiofónico El tranvía, emitido por RNE, conducido por la periodista Olga Viza, y por el presentador de radio y televisión, Javier Capitán, donde semanalmente durante tres años, la periodista no defraudaba a sus fieles oyentes con sugerentes intervenciones. Acercarse al programa El tranvía era tener cultura japonesa más cerca de todos nosotros.

Como maestra de Ikebana ―arte floral japonés milenario― son célebres las exposiciones que emprende con sus alumnos de la Escuela Enshu en España, que fundó en 1973. En la invitación de la bella exposición que conmemoró el 40º Aniversario de la Escuela, realizada en el Ateneo de Madrid, Masako Ishibashi escribió: “Es muy importante mantener la esperanza. Tendremos que seguir trabajando con una ilusión renovada para que la esperanza florezca en todos los corazones de la Humanidad”.
Durante la recepción en su residencia, el embajador Mizukami hizo una breve y emotiva semblanza de la profesional. A continuación, la homenajeada, que nació en Kyoto ―ciudad cuna de los mayores tesoros artísticos de Japón―, agradeció emocionada la distinción del Gobierno japonés, las palabras del embajador Mizukami y la presencia de sus amigos invitados. Además, confesó que cuando era niña su padre la llevó para ver una exposición de Pablo Picasso, en Kyoto. Al momento, se enamoró de la obra del malagueño y, de paso, de España, sin saber que su destino estaría profundamente entroncado con España.
En la adolescencia, después de graduarse por la Universidad de Doshisha, vino a Europa, y completó estudios en la Soborna de París. En seguida, se trasladó a vivir a España, donde estudió en la Universidad de Salamanca y en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander.
“Vivo en España por culpa de Pablo Picasso. Me encanta vivir en España. Adoro su gente”, sostiene la samurái.
Arigatou Gozaimasu, Masako Ishibashi. Te queremos. ●
