Los ojos del mundo estaban allí

Por Jairo Máximo (texto y fotos)

SÃO PAULO, BRASIL (Blogdopícaro) ―El enlace global entre Fifa y Brasil, más conocido como 2014 Fifa World Cup Brazil, siempre dará mucho qué hablar, pensar y escribir. Los hechos son históricos. Hacía 64 años que Brasil no albergaba un Mundial de Fútbol y nunca había sufrido en su propio terreno una humillante goleada (1- 7) y una dolorosa eliminación mundialista en casa.

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Grafiti político encontrado en las calles de Brasil

Para conmemorar el enlace se organizaron 31 días de celebraciones con 64 partidos en 12 estadios construidos o restaurados especialmente para que se disputaran no más de siete partidos del torneo en cada uno de ellos.

Durante los partidos se contempló un fútbol exquisito y altamente competitivo retransmitido en directo al mundo con innovadoras tecnologías de última generación.
Alrededor de 20.000 mil periodistas de más de 70 países cubrieron el evento.

Poco más de 200 canales de TV de los cinco continentes han retransmitido el torneo con imágenes generadas exclusivamente por la Fifa. Se utilizaron 34 cámaras en cada partido, manejadas por casi 3.000 técnicos de 48 países. Se estima que alrededor de 3,6 billones de personas han visto al menos un minuto del Mundial de Fútbol. El primero Mundial transmitido en vivo por televisión fue el de Argentina-1978.

En la gran final-2014, en el estadio de Maracaná, Río de Janeiro, durante el partido disputado entre Alemania y Argentina estuvieron presentes 2.500 periodistas y más de 74.000 mil espectadores. En las calles de la ciudad fueron desplegados 26.000 mil efectivos del orden público. El mayor dispositivo policial puesto en marcha en Brasil.

El pueblo brasileño es alegre y un buen anfitrión. Al contrario que su Policía Militar. El estado de ánimo del cuerpo dependía de las circunstancias. Sonrientes y diplomáticos en los estadios. Pero en las calles del país eran violentos y malhumorados, por defecto de fábrica. Reprimían con saña a los manifestantes opositores al Mundial y atacaban a la prensa nacional e internacional allí presente.

La democracia brasileña es bipolar. A la vista está.

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Exposición dedicada a los cinco Mundiales conquistados por Brasil

Los partidos del torneo discurrieron en doce ciudades-sedes del continental territorio brasileño que se vistieron de gala para la esperada ocasión. En unas más; y en otras menos. Exactamente 1.408 niños de 70 países participaron en el Programa Sueño de Crack y entraron en el campo de juego de la mano de los jugadores de las 32 selecciones participantes. El Mundial de Fútbol es una boda de conveniencia en la cual los intereses ocultos de la pareja hablan más alto. Enlazan lo bueno con lo agradable; hasta que la muerte les separe. Pase lo que pase.
Según el gobierno brasileño «más de un millón de turistas, de 203 países, visitaron Brasil durante el torneo». Otros datos hablan de «600 mil turistas y de grandes pérdidas económicas no declaradas».

Cuando el XX Mundial llegó a su ecuador, el secretario general de la Fifa, Jérôme Valcke, y el ministro del Deporte de Brasil, Aldo Rabelo, hicieron un idílico balance del desarrollo del evento durante una rueda de prensa celebrada en Río de Janeiro.

«Los partidos están siendo fantástico», aseguró Valcke. «Suárez [el uruguayo mordedor] necesita tratamiento médico», recomendó. «El Mundial transcurre en un ambiente de normalidad», informó Rabelo. «No hubo ningún incidente grave», añadió.

LO QUE HACE EL AMOR

En solo dos de los doce estadios en los que hubo partidos, la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), hizo acto de presencia: São Paulo y Río de Janeiro. En ambos recintos futbolísticos Dilma recibió un retumbante abucheo.

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Admiradores de Neymar durante la apertura del Mundial en el estadio Arena Corinthias

En la apertura oficial, en el estadio Arena Corinthias, en São Paulo, delante de 62.606 espectadores, 1.500 periodistas, del vice presidente brasileño, Michel Temer; del presidente de la Fifa, Joseph Blatter; del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y de otras autoridades, la presidenta Dilma escuchó un malsonante: «Oiga, Dilma, vete a tomar por culo». La hostilidad verbal empezó como un susurro y, de pronto, subió el tono hasta resonar en todo el estadio.

La Fifa también recibió un: «Oiga, Fifa, que te den por culo».

En contra de lo previsto en estos actos protocolarios, la presidenta Dilma no hizo el obligatorio discurso oficial de apertura y su presencia en la tribuna de honor no fue anunciada por el maestro de ceremonia.

«No voy dejar que las ofensas verbales me afecten», contestó la presidenta, quitando hierro al asunto.

Concluidos los festejos y como rezaba el contrato universal firmado entre Brasil y Fifa, el día 30 de octubre de 2007, en Zurich, Suiza, la Fifa recibió de dote de la familia brasileña montañas de dinero. Un pastón.

Brasil no conquistó la deseada Taza Jules Rimet, pero ganó retumbantes abucheos y muchísimas ofensas, que no estaban ni en las letras pequeñas del contrato que había firmado en Zurich. Un desastre.

Por cualquier resultado, por más pírrica que fuera la victoria, los ¿patrióticos jugadores? de la selección brasileña ―la canarinha― lloraban como una magdalena. Y antes de iniciar los partidos que disputaban cantaban el himno nacional con fervor y lágrimas. Incluso saltaban a sabiendas el tiempo protocolar destinado al canto del himno y continuaban cantando y llorando en compañía de millares de brasileños, dentro y fuera de los estadios. Impresionante.

Sus lágrimas casi inundaron el Río Amazonas. Mientras tanto, los hinchas brasileños gritaban «el campeón volvió», sin mirar la esencia del problema. Los canarinhos tienen mucha estética capilar ―véase Dani Alves y Neymar―y poca táctica futbolística ―el conjunto como un todo.

Los canarinhos solo sabían cantar y llorar.

«Tenemos que ganar y ganar. Vamos a ganar y a ganar», repetía como un mantra el entrenador de la selección brasileña Luis Felipe Scolari, meses antes de la competición.

Al conquistar el cuarto puesto del torneo, los jugadores brasileños ganaron de regalo una prima económica digna de tirar cohetes: 22 millones de dólares.

Un pastón.

«Todos han estado perfectos. Ningún desliz. Es el resultado lo que nos afectó», explicó Scolari.

TATUADOS Y BIEN PAGADOS

Muchos de los jugadores —emergentes, tatuados y bien pagados— protagonistas activos de la fiesta, se quedaron eufóricos al concluir la competición. Metieron goles u dieron mordida, que al instante se convirtieron en muchos ceros a la derecha de sus nóminas. Uno de ellos es el uruguayo Luis Suárez, apodado de «bozal de oro», que clavó sus saltados dientes en el hombro izquierdo del italiano Giorgio Chiellini, contratado por el Barça, por unos 80 millones de euros. Un dinero que ruboriza a los indignados del mundo.

Es la tercera vez que Suárez muerde a un rival durante un partido. Después de la célebre mordida, Suárez recibió una sanción de la Fifa: apartarse del Mundial al momento; pagar una multa de 82 mil euros; la prohibición de acercarse a los estadios de fútbol por cuatro meses y no jugar nueve partidos. Cuando la noticia saltó a la prensa, el presidente uruguayo, José Mujica, aseguró que la sanción a Suárez «es una agresión a nuestro pueblo». La nota insólita de este hecho la dio un corredor de apuestas noruego, que predijo la mordida, y de paso, hizo caja. Otro pastón.

«En América Latina, la frontera entre el fútbol y la política es tan tenue que resulta casi imperceptible», puntualizó el reportero y escritor polaco Ryszard Kapuściński (1932-2007), en el magnífico reportaje La guerra del fútbol, escrito en 1969.

PUEBLO HOSPITALARIO

A lo largo del Mundial el pueblo brasileño demostró ser hospitalario. Por ejemplo, millares de argentinos que llegaron al país sin un duro para seguir el Mundial en las calles, atascaron los comedores sociales que ofrecen una substanciosa comida y cena a los pobres brasileños, por una módica cuantía de 30 céntimos de euros; acamparon donde les daba la gana: la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, o en el deteriorado centro histórico de São Paulo. En virtud de la «invasión argentina», los Ayuntamientos de Río de Janeiro y São Paulo habilitaron a toda prisa grandes espacios municipales para que los argentinos y otros sudamericanos pudieran aparcar sus coches, ducharse y hacer sus clásicas barbacoas. Cortesía de la casa del Brasil.

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Latinos acampados en el deteriorado centro Histórico de São Paulo

Por prevención, durante la celebración del Mundial, el Ministerio de Sanidad de Brasil distribuyó dos millones de condones.

¡Olé! ¿Qué nación da más?

Curiosamente, cuando el Mundial empezó a excitar a las masas, provocó un efecto colateral que inhibió las ganas de protestar y manifestarse de millones de brasileños.

¿Quedaron narcotizadas o escasos de viagra?

Lo que es el fútbol… Es más que el opio del pueblo.

UNA PAREJA DE ENSUEÑO

La celebración del XX Mundial de Fútbol de Brasil fue memorable. Era festiva, ingeniosa, artística y solidaria. Pero de pronto se transformaba en tensa, tumultuosa, violenta y desmadrada. Decenas de periodistas, fotógrafos y cámaras de TVs de diferentes nacionalidades fueron agredidos. Las truculentas imágenes de las agresiones captadas por diferentes dispositivos electrónicos hablan por sí solas.

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Huelga de metro en São Paulo días antes de la apertura del Mundial

En Río de Janeiro, en vísperas de la gran final, diecinueve brasileños fueron detenidos.

Motivo: la Policía «suponía» que iban a cometer actos violentos. En São Paulo, días antes de la apertura oficial, el día 12 junio, otros tantos manifestantes y sindicalistas fueron encarcelados, al mismo tiempo que se desarrollaba una salvaje huelga de metro en la ciudad, que paralizó la capital financiera del país y mantuvo en vilo a Brasil, la Fifa y el mundo.

Cuatro días después del comienzo del Mundial, el 16 de junio, la Policía Civil de Río de Janeiro, desmanteló una activa red mafiosa dedicada a la venta de entradas ilegales. En la operación once personas fueron encarceladas, entre ellas, el líder del grupo, el argelino naturalizado francés, Mohamadou Lamine Fofana y el británico Raymond Whelan, director de la empresa Match, el brazo derecho de Fifa para negociar la venta de entradas.

Muchas de las entradas confiscadas en la operación eran las mismas distribuidas por la Fifa y por la poderosa Confederación Brasileña de Fútbol. Entre otras pertenencias confiscadas de los mafiosos había 25 entradas vips para la gran final al precio de 17 mil euros cada una. La banda era tan poderosa que incluso había intentado sobornar a toda una comisaría de Policía. La investigación se llevó a cabo sin la cooperación de la Fifa. En el paquete de negocios ilícitos de los mafiosos estaba también el trato de favor con más de 700 hoteles del país para emitir facturas falsas de las estancias en dichos hoteles u emitirlas al alza.

La «mafia padrón Fifa», como se refieren a ella los brasileños indignados, operaban en los aposentos del refinado Hotel Copacabana Palace, en Río de Janeiro, donde se hospedaban. En este mismo hotel se alojaba una considerable delegación de la Fifa.

En contrapartida, la Policía brasileña realizó una operación a favor de la Fifa y apresó a 15 personas en posesión de toneladas de material que era vendido sin el permiso de la entidad. Camisetas, gorras, calcetines y llaveros estaban entre lo aprehendido.

«Desenmascarar a la Fifa es nuestro mayor legado», escribió el periodista deportivo brasileño Juca Kfouri, el 07 de junio pasado, en el brasileño portal UOL.

DEL SUEÑO A LA PESADILLA

Todo empezó en São Paulo, el día 12 de junio, con un soso show de apertura, seguido del partido inaugural entre el anfitrión Brasil y la selección de Croacia, en el estadio Arena Corinthias. Allí Brasil ganó su primer partido gracias al apoyo del árbitro japonés Yüichi Nishimura, y allí hizo su histórico primer gol del XX Mundial de Fútbol, pero… en su propia portería.

«Ninguno de los presentes al estadio o los 2,5 billones de personas que siguieron por TV el partido en el mundo vieron la pena máxima sentenciada por el árbitro japonés a favor de Brasil. Lo que hicieron fue ridículo», declaró enfadado Niko Kovac, entrenador de la selección croata.

Y todo finalizó en Río de Janeiro, el día 13 de julio, con otro soso show de cierre, seguido del partido entre Alemania y Argentina, en el estadio de Maracaná, donde ganó la selección alemana, que exhibió durante todo el torneo un innovador fútbol, bajo las órdenes del didáctico entrenador Joachim Löw. Con esta victoria, los bávaros conquistaron su tetra campeonato y dieron a Europa su primer Mundial de Fútbol conquistado en América. De premio ganaron la deseada Taza Jules Rimet y una considerable prima.

«Educación, salud y fútbol deben caminar juntos», han dicho en Brasil, una y otra vez, los jugadores alemanes.

MANO DE SANTO

Al mismo tiempo que la selección canarinha se encerraba en la gélida Granja Comary, en Petrópolis, región montañosa del estado de Río de Janeiro, los alemanes se divertían en la calurosa Santa Cruz de Cabralia, en el estado de Bahía, en un complexo construido para ellos por empresas alemanas, que ha quedado de legado para a la comunidad. Para adaptarse al calor brasileño los alemanes no tenían aire acondicionado y se entrenaban al mediodía, bajo sol de 30ª grados a la sombra. Practicaban yoga y aprendieron a bailar con la tribu indígena Pataxós sus tradicionales ritos históricos. Al llegar al complexo residencial, en Santa Cruz de Cabralia, los alemanes encontraron en la entrada del recinto un regalo de adorno hecho con plumas, cortesía de los Patachós, que decía así:

Apanhadores de sonhos (Atrapadores de sueños). ¡Gol de Mario Götze!
Coincidentemente, los Pataxòs y la selección alemana comparten los mismos colores de vestimenta.

Concluido el Mundial, el jugador argentino Lionel Messi fue distinguido por la Fifa con el trofeo Balón de Oro que se concede al mejor jugador. El alemán Manuel Neur se llevó el Guante de Oro que distingue al mejor portero de la competición, y el colombiano James Rodríguez conquistó la Bota de Oro que se otorga al máximo goleador del torneo.

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Avenida Paulista, una de las millas de oro de São Paulo

Ah, Fifa, por cierto, ¿dónde está el holandés Robben? ¿Mareando al portero Casillas de la Roja española?

EN MEDIO DEL CAMINO TENÍA UNA PIEDRA ALEMANA

Entre el deseo de millares de manifestantes de decir «No» al Mundial» y la histeria de millones de brasileños de que «El Mundial es nuestro, rumbo al hexa», conducidos por el gobierno del PT, los medios de comunicación serviles, los departamentos de marketing de las grandes empresas y las agencias de publicidad, había en el medio del camino siete sorprendentes goles alemanes contra Brasil que nadie podría imaginar.

La cartesiana escena: Alemania 7 y Brasil 1, ocurrió en el estadio Mineirão, en Belo Horizonte, el 8 de julio ante los ojos de 58.141 espectadores in situ, y otros billones en el mundo. Por supuesto, que la selección canarinha recibió muchos «olés» y fue abucheada y ofendida sin piedad.

No había acontecido nada similar en toda la historia del Mundial de Fútbol, desde su creación, en 1930. Después de este desconcertante hecho, la Fifa y Brasil, se quedaron arrasados. La locomotora alemana avasalló Brasil. Un jeque mate al novio anfitrión. «Derrota humillante», tituló la prensa brasileña a la mañana siguiente.

«Estoy muy triste por la derrota. Pero no podemos abatirnos», publicó la presidenta Dilma en su cuenta de Twitter.

«Fin de línea para la selección brasileña y para el «hexa», por paro de múltiples órganos», escribió el periodista J.R. Guzzo, en el semanario brasileño Veja.

TARJETA ROJA PARA LOS CRÍTICOS

Tres días después de la apertura del Mundial, el vicepresidente del PT, Alberto Cantalice, publicó en la web del partido una «lista negra» con los nombres de diversos periodistas críticos al gobierno de turno: el PT. Uno de los señalados, el periodista Demétrio Magnoli, columnista del diario brasileño Folha de São Paulo, contestó al vice presidente del PT en un artículo publicado en su columna del día 28 junio pasado.

«La lista negra del macartismo brasileño salió a la luz el día 16 de junio, pero sólo ahora llegó al noticiario político de los grandes periódicos brasileños. Fue después de la divulgación de una protesta pública hecha por la respetada entidad internacional, Reporteros Sin Fronteras, el día 20 de junio pasado. (…) La lista negra del PT apareció después de que Lula da Silva atribuyera a los «medios» y a la «elite blanca» la culpa por la hostilidad de los aficionados a la presidenta Dilma en la apertura del Mundial en São Paulo. (…) Tengo dos recados al pequeño macartista del PT:

1) Su «lista negra» sólo incrimina a su propio partido;

2) La patria es de todos».

El discurso de Cantalice evidencia que los radicales del PT intentan ocupar más espacios dentro del partido rescatando obsoletos proyectos como el control de la prensa. Nunca lo conseguirán. No aprenden.

«Nadie está libre de decir estupideces. Lo grave es decirlas con énfasis», como antaño lo dijo el filósofo francés Michel Montaigne (1533 -1592).

COTILLEO DE BODA GLOBAL

Vinieron como invitados vips al show las 32 mejores selecciones de fútbol del mundo. El camino no ha sido fácil para llegar hasta Brasil. En las eliminatorias participaron 202 selecciones, divididas en seis zonas (África, Asia, Oceanía, Europa, América del Sur, además de América del Norte, Central y Caribe) que han disputados un total de 820 juegos.

Líderes de diferentes países viajaron hasta Brasil para disfrutar del XX Mundial de Fútbol. Michelle Bachelet, de Chile; Evo Morales, de Bolivia; Vladímir Putin, de Rusia; Ángela Merkel, de Alemania; Desiree Bouterse, de Surinam; Juan Manuel Santos, de Colombia; Tesis Amissah-Arthur, de Gana y otros tantos. No faltaron también las celebridades Rihanna, Mick Jagger, David Beckham, Shakira y el príncipe inglés Harry. En total 62 delegaciones diplomáticas visitaron Brasil.

El Papa Francisco no estuvo presente en el evento, pero envió un mensaje desde el Vaticano. «Deseo un buen Mundial y que el evento sea un momento de encuentro».

El principal telediario del país, de la Red Globo de Televisión, dedicó, día tras día, casi 90% de su tiempo al fútbol.

Lula da Silva, ex presidente de Brasil, principal responsable por la campaña que hizo Brasil conquistara el derecho de ser sede del Mundial 2014, prefirió asistir a los partidos desde su
casa, lejos de los focos. Y mira que los focos son su debilidad. Para Lula, los manifestantes en contra el Mundial son como «hijos rebeldes».

La presidenta Dilma, que alardeaba antes del Mundial de que «Este va a ser el Mundial de los Mundiales», no imaginaba que iba ser el Mundial de «la derrota de las derrotas».

En fin, terminada la euforia y el fanatismo, los brasileños deben hacer un profundo análisis y evaluar cuáles fueron las ventajas para la economía y la imagen del país por haber albergado el XX Mundial de Fútbol. No todo es fiesta. No será sencillo.

Los ojos del mundo estaban aquí.

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Autobús de aficionados Argentinos aparcado en una céntrica calle de São Paulo

Reportaje publicado en:

http://www.eurolatinnews.com y www.jairopicaro.wordpress.com