“La vida es una ficción basada en hechos reales” (Ramón Eder, poeta español)
Por Jairo Máximo (texto y fotografías)
Madrid, España – (Blog do Pícaro) – Cuando en diciembre de 2019 saltó la noticia de que un nuevo coronavirus transitaba sin pasaporte en la metrópoli de Wuhan, en China, el mundo todo, con excepción de los países de Asia y Pacífico, no prestó la debida atención al inquietante acontecimiento: el embrión de una tragedia global sin precedentes. El virus globalizado fue bautizado de coronavirus SARS-CoV-2 y causa la mortal enfermedad covid-19.
Hasta al momento la enfermedad ha causado en el mundo 1,5 millones de muertes y más de 54 millones de personas la han contraído. Estamos a finales de diciembre de 2020 e inmersos de cabeza y alma en dos clases de pandemia: la “sanitaria” que generó la “económica”.
Olas mortales. Durante la primera ola de contagios del virulento virus en España, entre marzo y mayo, más de 45 mil españoles han perdido la vida. El país vivió casi cien días de confinamiento para frenar el avance de la pandemia y salvar vidas. En las calles vacías de las ciudades el miedo de sus habitantes saltaba a la vista. En Madrid fue posible escuchar el silencio. Todo era incertidumbre. Tristeza. Los hospitales y tanatorios colapsaron, los entierros saturaron el sistema y eran realizados lo más rápido posible. Fue un trauma sanitario y social. Sin embargo, cuando llegó el verano, una parte de la población y autoridades relajaron las precauciones para frenar la pandemia. Para los epidemiólogos una de las causas de la alta tasa de transmisión de contagios de la segunda ola, que empezó en el calor de agosto y termina en el frío de diciembre, fue la precipitada desescalada. La segunda ola aumentó el número diario de nuevos casos pero ocasionó un menor número de muertes. Entre la primera y la segunda ola aproximadamente 47 mil españoles han perdido la vida. En el pico de la segunda ola la experiencia médica adquirida con la primera ola ha salvado millares de vidas. Los síntomas más graves de la enfermedad estaban diagnosticados y los tratamientos médicos administrados ofrecen resultados positivos. En cuanto a la llegada de la inevitable tercera ola, si la población no extrema las precauciones recomendadas por las autoridades sanitarias durante las fiestas de Nochebuena y Nochevieja, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, pide mucha prudencia y avisa: “Las cosas van a empeorar”. “Quédense en casa”. “No podemos bajar la guardia”.
Principio del fin de la pandemia. El descubrimiento de la vacuna contra la covid-19 no es la luz al final del túnel. El túnel es demasiado largo y ancho. Iluminarlo por completo en los cinco continentes depende de la determinación gubernamental en querer proteger a sus ciudadanos aliada a una inédita logística de distribución de vacunas. “Las vacunas son seguras y salvan vidas”, afirma el ministro Illa, que no es partidario de imponer la obligatoriedad de vacunarse porque los especialistas en campañas de inmunización así lo aconsejan. “En España existe una buena tradición de vacunación”, explica. Sin embargo, si las circunstancias así lo exigen, el ministro informa que el Estado tiene mecanismos democráticos para actuar en esa dirección. “Depende de cómo vayan las cosas. Tengo confianza en la ciudadanía”, manifestó. El Gobierno empezará a administrar la vacuna, una campaña de inmunización sin precedentes, a finales de diciembre o principios de enero. El objetivo es que hasta junio próximo veinte millones de personas sean inmunizadas. “Vamos a tener dosis para todos y van a sobrar”.
Negacionistas en el mundo. Los partidarios de esa corriente globalizada son carne de cañón para las tumbas. “Los negacionistas me preocupan y sobre todo me desmoraliza, como científico y como ciudadano”, constata José Manuel Sánchez Ron, físico, historiador de la ciencia y académico español, durante entrevista al diario El País. “De todos los odios, ninguno supera el de la ignorancia contra el conocimiento”, escribió el astrónomo italiano Galileo Galilei (1564-1642).
Gambito de dama en la economía. La crisis económica pos pandemia será profunda. En la mítica Gran Vía de la turística Madrid de los 288 locales comerciales existentes, 58 están cerrados temporalmente o definitivamente. 9 de cada 10 hoteles están cerrados. De los 32 hoteles de lujo, solo 4 permanecen abiertos con ocupación del 20%. España es el país del mundo con más bares, uno por cada 175 habitantes. La población de España es de 47 millones. Hagan las cuentas de cuantos bares hay en el país. Se estima que 85 mil establecimientos van cerrar en España en los próximos meses.
Miento luego existo en Brasil. El lunático presidente Jair Bolsonaro rehúsa enfrentarse a la realidad nacional. “Aún estamos viviendo los últimos coletazos de la pandemia. Nuestro Gobierno fue aquél que mejor ha salido, o uno de los mejores que han salido de la pandemia”, declaró recientemente sin ruborizarse. “La segunda ola es habladuría”, sostiene. Bolsonaro hace gala de que Brasil no enfrentará ni la segunda y ni la tercera ola de Covid-19. Desconoce que la segunda ola sólo llega tras aplastar la primera, cosa que Brasil todavía no ha hecho. Con la primera ola el número total de contagios en el país alcanza los 7, 1 millones y suma más de 188 mil muertes. Brasil es el segundo país con más víctimas mortales del mundo. El primero es EE UU, del otro lunático Donald Trump. “Son maricas los que hacen aislamiento social”, constató Bolsonaro. “Se depende de mí, la vacuna nunca, jamás, será obligatoria. Vacuna obligatoria es para perros”, ha dicho el aprendiz de presidente. Al mismo tiempo, los casos de covid-19 vuelven a colapsar los hospitales y preocupa a los médicos brasileños.”Eres libre de tomar tus decisiones, pero eres prisionero de las consecuencias”, decía el poeta y político chileno Pablo Neruda (1904-1973).
Hoy en día en Europa la segunda ola devasta el paisaje. La previsible tercera ola puede ser aún más asoladora.
Hecho. En el futuro, el año de 2020 será señalado en los anales históricos como el año de la gran pandemia de la covid-19. Con certeza habrá un inciso sobre los delirios de mandatarios de la estirpe de Jair Bolsonaro y Donald Trump. •
Nota del autor: Texto en portugués en el Blog do Pícaro