La fiesta del Patrimonio Cultural Europeo en el 2018

◊◊◊◊◊◊◊”Pienso en Europa”◊◊◊◊◊◊◊

Diciembre  2017

Por Juan Manuel Castañeda Chávez

Acertados conceptos han definido al patrimonio cultural en sus diversas dimensiones  y acaso para llegar directamente al corazón mismo de esta noción tal vez  haya que prescindir momentáneamente de ellos y recurrir a la poesía universal  del peruano Cesar Vallejo,  quien deslizaba  estas palabras; “No vive ya nadie en la casa —me dices—; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.
Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo.”

Tal evocación  esclarece claramente el concepto del patrimonio cultural que finalmente constituye  el legado del pasado que hemos heredado y aunque en apariencia, a veces, este pueda parecer despoblado, tal vez ruinoso, anacrónico, sin alma, estos  objetos (vestigios arqueológicos, obras de arte y un largo etcétera), edificios,  lugares  y añadimos también lenguas, conocimientos tradicionales (incluida la gastronomia), costumbres y hasta sitios naturales, que conforman el amplio campo del citado patrimonio cultural como bien sugiere el poeta, están llenos de vida, de historia, de transferencia de conocimientos  y conforman todos ellos un relato transmisor desde pasado al presente; nos recuerdan el tránsito de los pueblos a través del tamiz del tiempo.  En el patrimonio cultural  reposa sabia y magnánima, nada menos, la memoria de la humanidad.

El 2018 ha sido declarado Año Europeo del Patrimonio Cultural por el Consejo de la Unión Europea y el Parlamento Europeo, y se ha inaugurado oficialmente  en el Foro Europeo de la Cultura de Milán. Tan ambicioso proyecto cuenta con el apoyo de la UNESCO y numerosos organismos internacionales como ICOMOS, Europa Nostra,  así mismo, a nivel nacional participan numerosas instituciones y diversos actores comprometidos con el patrimonio cultural como  Hispania Nostra.

Tal declaración pone en relieve  un conjunto de actividades con el objetivo de  difundir, preservar y conservar el amplio patrimonio cultural de la región. Así mismo constituye  un empuje extraordinario para el turismo cultural y sus consiguientes réditos económicos, además de  representar un necesario intercambio de valores culturales que posibiliten una sociedad abierta, tolerante y receptiva, basada en  la diversidad cultural como fuente del dialogo cultural imprescindible en el mundo globalizado.

Cabe recordar que donde hoy suenan los cánticos de fiesta hasta no hace mucho se escucharon   los tambores de la guerra y la  destrucción, que ello haya cambiado representa un avance primordial de la sociedad. Durante la Segunda Guerra Mundial el legado cultural material del continente europeo fue  prácticamente  arrasado tanto por los potentes bombardeos como por el masivo expolio a tal punto que al finalizar la conflagración bélica, tan dramático   escenario junto con otras dinámicas geopolíticas globales, impulsaron la Convención  para la Protección de Bienes Culturales en casos de Conflicto Armado de la Haya de 1954, que constituyó el paso inicial de una nueva y larga caminata en pos de su protección y conservación.

Posteriormente otros instrumentos  jurídicos internacionales extendieron  el concepto de patrimonio cultural tanto hacia el  ámbito del medio ambiente como hacia  el patrimonio inmaterial y más recientemente se incluyeron todas las consideraciones  en una mirada mucho más integral referida a la diversidad cultural. Tal evolución, señalada en esta apretada síntesis,   extendió el universo del patrimonio cultural de su anterior versión reducida que consideraba principalmente a los monumentos y obras artísticas  hacia un enfoque   cultural mucho  más amplio y completo que reconoce, por ejemplo,  que el patrimonio cultural material no tendría sentido sin las consideraciones inmateriales que lo explican y sin el espacio natural que le rodea y define.

Este concepto, por tanto,  se ha ampliado enormemente reconociendo   los aportes de  todos los continentes del planeta, cada uno de ellos con sus peculiaridades y características propias suman y enriquecen este amplio bagaje cultural que pertenece a todos los seres humanos sin distinción. Esta vez la iniciativa del continente europeo destaca especialmente  su patrimonio cultural y sin desmerecer a otros, ello  representa un aporte universal para la  conservación  y protección general.

El  Año Europeo del Patrimonio Cultural 2018, a nivel continental, plantea  ofrecer una experiencia cercana con aquellas manifestaciones culturales y naturales que Europa ha  heredado y que reivindican aquel pasado común de las diferentes regiones del continente distribuidas actualmente  en un numeroso grupo de países que tendrán el desafío de brindar, a nivel local,  su herencia cultural asentada en una pluralidad de expresiones culturales orientada masivamente a los ciudadanos.

Ello representa también  una gran oportunidad para reivindicar el patrimonio inmaterial continental que durante muchos años ha estado eclipsado por  el amplísimo patrimonio cultural material de la región. Del mismo modo el patrimonio natural, tan necesario en el esquema del desarrollo sostenible, puede ser redescubierto y valorado por una inmensa población  que felizmente cada vez es  más consciente de la fragilidad de nuestro planeta.

El programa cuenta con un  ambicioso plan que tiene  cuatro aristas fundamentales: acercar a la niñez, juventud y ciudadanía los valores culturales que reposan en Europa; promocionar el turismo cultural y los nuevos usos del patrimonio a través de la recreación del mismo; proteger el patrimonio cultural con intervenciones de calidad en entornos físicos, sitios históricos y luchar contra el tráfico ilícito de bienes culturales; y finalmente promover la innovación, investigación, la tecnología, y reforzar la formación en materia de patrimonio así como  promover la participación ciudadana.

No hay excusa entonces para no sumarse a esta gran fiesta cultural porque  acercarse al patrimonio cultural es una experiencia mayúscula que trasciende el aspecto económico, mediático y hasta estético, ya que  tal acto configura en sí una profunda  reflexión del ser humano que le sitúa en el espacio y en el tiempo, y le proyecta al futuro con una mirada abierta y tolerante. Como sugería Cesar Vallejo; el lugar por donde un hombre pasó ya no está solo, en tal sentido, podemos decir  que tornar la mirada hacia el pasado también significa avizorar el futuro.