Por: Jairo Máximo
“Los desahucios son una verdadera catástrofe. Al igual que tornados, huracanes y terremotos, requieren de los gobiernos medidas inmediatas y eficaces” (Pedro Almodóvar, director de cine)
Fue a partir de la mitad de los años noventa del siglo pasado, hasta 2005, que España vivió una fiebre de construcción y compra y venta de viviendas impresionante. Esta política, alentada por el gobierno de derechas del Partido Popular (PP) en el poder, entre 1996 y 2004, contó con el apoyo de banqueros y constructores sin escrúpulos. ¡Todo por el enriquecimiento!
Existía en el país una visible burbuja inmobiliaria. Centenares de grúas proliferaban en el paisaje, como si de hongos se tratara.
La aparente bonanza económica de aquella época obnubilaba los ojos y las mentes de los españoles. Pocas eran las voces críticas que alertaran de que “el castillo se desmorona” o que el futuro próximo sería “triste y trágico para millares de familias”.
Y así llegamos al año 2008, y con él llega la crisis económica que empezó en Estados Unidos, rápidamente cruzó el charco y contagió mortalmente España, Grecia, Irlanda, Italia y Portugal.
El gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), entonces en el poder, también estaba obnubilado y no trató, ni con paracetamol, la brutal hemorragia social que el país estaba viviendo, especialmente las consecuencias del estallido de la burbuja inmobiliaria.
Primero fueron a la bancarrota decenas de constructoras. Después centenares de agencias inmobiliarias colocaron el cierre definitivo.
A continuación, millares de obreros de la construcción perdieron sus empleos, al mismo tiempo que muchas familias empezaron a ser desahuciadas. Aún no eran noticia de TV ni portada de periódico.
Pero cuando llegó febrero de 2011 se creó la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PHA) que empezó a manifestarse con contundencia en todo el territorio nacional con el lema Stop Desahucios. Evidenciando así la continua y silenciosa tragedia ignorada por los dos grandes partidos políticos —PP e PSOE— que pasaban de largo ante este gran drama social.
De 2007 hasta noviembre de este año, más de 400 mil familias han sido desahuciadas, siendo que muchas de ellas continúan en deuda con sus bancos que aplican una ley de 1909, aún vigente, que determina sin miramientos que cuando un hipotecado es desahuciado continua siendo deudor del valor que quedó sin pagar de por vida.
¡Qué horror! En estos momentos, más de un millón de hipotecas están sin pagar en el país. Sorprendentemente, hay más de dos millones de casas vacías en España.
Pero ha sido preciso que empezasen a ocurrir suicidios de desahuciados para que los dos grandes partidos se reunieran unilateralmente para intentar encontrar una solución ante esta emergencia nacional.
El gobierno del PP, actualmente en el poder, acaba de proponer una moratoria de desahucios por dos años para aquellos “casos de extrema necesidad”, sin especificar claramente lo que significa “extrema necesidad”.
Con todo, los brasileños pueden dormir sosegados, sus constructoras pueden proseguir construyendo sin freno y sus bancos prestando dinero fácil para comprar su soñada vivienda, porque según declaró hace poco la presidenta Dilma Rousseff, al diario español El País: “En Brasil no hay peligro de burbuja inmobiliaria; ni siquiera de una pompa de jabón”.
¿Será que ella también ya está obnubilada?
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