Cristina Narbona en ACPE-COP22: ¿Por qué el cambio climático es un desafío inaplazable?

Intervención de Cristina Narbona en ACPE-COP22
Economista, profesora universitaria y política española. Se doctoró en Ciencias Económicas por la Universidad de Roma. Vinculada al PSOE -aunque no se afilió al mismo hasta 1993-, en 1982 fue nombrada Viceconsejera de Economía de la Junta de Andalucía en el primer gobierno autonómico. En los sucesivos gobiernos presididos por Felipe González ocupó puestos de dirección en el Banco Hipotecario, fue Directora General de la Vivienda del Ministerio de Obras Públicas en 1991 y Secretaria de Estado de Medio Ambiente y Vivienda en 1993. Ha sido Ministra de medio Ambiente en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero

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“Muchas gracias, buenos días y enhorabuena por esta iniciativa que combina la formación y la información. Estamos al fin y al cabo en un lugar dedicado a la formación, pero rodeados de profesionales de la información. Ambas cosas son imprescindibles para que el conocimiento científico que hoy se tiene en materia de cambio climático llegue a todos los ciudadanos del planeta y consigamos tener una ciudadanía activa, de manera que cada nivel de responsabilidad, ya sea como consumidores, como empresarios, como medios de comunicación o como responsables políticos, se responda a ese desafío inaplazable.

¿Por qué el cambio climático es un desafío inaplazable? En primer lugar, porque desde la comunidad científica nos han venido alertando durante los últimos 50 años de una forma cada vez más documentada sobre la aceleración de procesos de cambio profundo, que afectan a numerosos ciclos naturales, al ciclo del agua, a la biodiversidad, al ciclo del carbono, todo ello cuestiones que tienen efectos cada vez más graves y precisamente esos efectos cada vez más graves están siendo percibidos por los ciudadanos en los países más desfavorecidos del planeta. A mi juicio hay ante todo una exigencia ética de extraordinaria importancia. El cambio climático es el resultado de la quema de combustibles fósiles y la deforestación del planeta y quienes más han contribuido al cambio climático a lo largo del último siglo no son necesariamente quienes más están sufriendo sus consecuencias.

Ya se está sufriendo de manera dramática extraordinarias sequias, inundaciones, pérdida de capacidad de los suelos para tener cultivos que garanticen la alimentación. Esto sucede también en otras áreas de nuestro planeta. En Asia por ejemplo en las desembocaduras de los grandes ríos asiáticos hay cada vez más catástrofes que denominamos naturales pero que están asociadas al cambio climático y también por supuesto en el Caribe, en las pequeñas islas del Pacífico, en lugares donde los ciudadanos se han encontrado con que sus vidas corren peligro, peligro diario. Por eso, una de las grandes novedades que a lo largo de los años he podido ver de cerca en las cumbres del clima es como los pequeños países insulares, los países más pobres han ido tomando un protagonismo que ciertamente no tenían hace 20 años. Han ido entendiendo que tienen que hacerse oír porque son los primeros perjudicados.

La comunidad científica nos dice que si vamos más allá de un incremento de un grado y medio respecto a la temperatura medio del planeta, van a darse efectos en algunos casos irreversibles. En todo caso, incluso si paralizáramos de forma inmediata las emisiones de gases del efecto invernadero a la atmosfera, lo que se ha acumulado a lo largo de este último siglo tendría efectos frente a los cuales tenemos que tener disponibles capacidades de adaptación, un reforzamiento por ejemplo de todas las instituciones que permiten la prevención, la mitigación, la gestión de los desastres naturales. Estamos muy lejos de ser suficientemente activos frente a ese desafío. Sin duda, somos la primera generación que a escala humanitaria tiene acceso a este conocimiento científico, para ello son fundamentales los canales de formación y de información. Pero seguramente seamos la última generación sobre el planeta que puede evitar el colapso asociado al cambio climático. Además, el cambio climático debe abarcarse de manera inaplazable por razones económicas, por razones estrictamente económicas. En el año 2006, Nicholas Stern que ha trabajado como economista, fue el presidente de Banco Mundial, trabajó para el Gobierno británico, se ha dedicado en los últimos años a la economía del cambio climático, ya advirtió que adoptar medidas para frenar el cambio climático significaría un esfuerzo económico aproximadamente veinte veces inferior a los costes de no tomar medidas. Es decir que el coste de la inacción frente al cambio climático es extraordinariamente inferior al coste asociado a los efectos del cambio climático. Si no que se lo pregunten a las compañías aseguradoras que también a lo largo de los últimos veinte años de negociación internacional se han convertido en un actor muy importante para poner el dedo en la llaga en cuanto a las consecuencias económicas de los desastres naturales.

Sin duda, una muy mala noticia ha sido la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Pero justo ayer en otro debate, un responsable de Acciona, una de las principales empresas españolas que está siendo muy activas en el desarrollo de las renovables, decía que las energías renovables le ganarán la partida a Donald Trump. ¿Y por qué ese mensaje optimista? Por una razón muy sencilla; las energías renovables no solamente son gratuitas como recurso, no solamente están accesibles en todo el mundo, no solamente son las que menos impacto ecológico causan y las que menos riesgo tienen asociado, sino es que además tienen tecnologías para su utilización que son cada vez más baratas. Eso explica que en muchos países hayan empezado ya una senda de utilización masiva de las energías renovables. Por desgracia, España en estos momentos no está dentro de ese grupo de países. Pero en Marrakech, en un contexto que sin duda no era el más estimulante, entre otras cuestiones por la aparición del presidente de Estados Unidos que contradice el esfuerzo que ha hecho la administración Obama y el esfuerzo que están haciendo importantes responsables en el Estado de California y en tantas ciudades y en tantos estados de ese país… frente a esa situación en Marrakech países como Canadá, Alemania, Dinamarca, México han presentado sus propias hojas de ruta en el horizonte 2050. Hojas de ruta para llegar en el año 2050 a la práctica descarbonización de sus economías, es decir, con reducciones de hasta el 90% de las emisiones de CO2. Eso no es el resultado de una voluntad utópica, esa es la demostración de que desde el punto de vista económico es viable avanzar en la senda de las energías renovables, creando empleo, generando bienestar y garantizando una respuesta consistente ante el cambio climático.

En Alemania, además, la transición energética es una transición energética que incluye la eliminación gradual de la energía nuclear y que significa también la eliminación, un cierre gradual, de las minas de carbón. Alemania se ha preocupado mucho de establecer en su hoja de ruta lo que se denomina políticas para la transición justa, es decir, medidas de acompañamiento social para que esos cambios en dos sectores, la energía nuclear y la energía del carbón, que tienen sin ninguna duda asociado un número importante de empleo sean sectores en los cuales haya una institución pública que evite daños desde el punto de vista social. Por lo tanto, son razones éticas, razones económicas, razones de supervivencia de la especie humana. No olvidemos además que para combatir el cambio climático tendríamos que hacer un esfuerzo no solo en el modelo energético sino también en el modelo alimentario, más del 20% del calentamiento global se explica a partir de la dieta creciente en el consumo de proteínas animales que caracteriza el momento actual de nuestra tierra. La ganadería vacuna emite metano, uno de los gases del efecto invernadero más poderoso y con peores efectos y además requiere de una deforestación y de una determinada utilización del suelo. Luego, hay que plantearse un horizonte con cambio profundo que es viable desde el punto de vista económico en cuestión energética, eso afecta a todos los sectores y muy en particular hay que trabajar en el sector de la movilidad y por último recordemos como se decía hace algunos años en una campaña en el Reino Unido “Less Meat, Less Heat”, menos carne, menos calor. Muchas gracias por su atención.”