Benedicto Superstar

Cuando el errante Benedicto XVI llegó a Madrid rodeado de glamour para protagonizar la Jornada Mundial de la Juventud-2011 arrasó con su cruzada católica bajo una canícula infernal. Incluso vivió una noche tormentosa. Pronunció ocho discursos en cuatro días de visita privada y regaló éxtasis de Dios para más de “un millón de peregrinos”, ayudado por 28 mil voluntarios identificables por una vistosa camiseta color verde.

“El catolicismo es la única religión de la salvación”, proclamó en el marco de su anhelo por recuperar España para la Iglesia de Roma.

Sin su presencia y el apoyo confeso por tierra, mar y aire del gobierno socialista, de la monarquía, de la derecha política, de la radio y la televisión pública -que retransmitió en directo todos los actos institucionales y religiosos del espectáculo- este show cruzado habría sido intrascendente.

¡Pecadores! ¡Que la vergüenza caiga sobre ellos! Olvidaron que España es un Estado aconfesional. Voz populi, vox Dei. La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es un macroevento trienal del orgullo ultracatólico en el cual el cinismo, la frivolidad y el mercantilismo de la Iglesia católica encuentran su máxima expresión. Fue concebida en 1984 por el Papa Juan Pablo II. Está dirigida a peregrinos low cost de los cinco continentes que se reúnen para rezar, cantar y aclamar al Papa con sus banderas patrias. El kit peregrino preparado para los visitantes de los 182 países que arribaron a Madrid estaba subvencionado por empresas privadas. Mochila, camiseta, rosario, crucifijo, abono transporte, menú peregrino, guía de iglesias y otros objetos.

Pero alojamiento, visitas a museos, conciertos musicales católicos y agua bendita, eran gratuitos. Barra libre. Cortesía del Estado español.

¡Un chollo!

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