100 días para llorar

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Por Jairo Máximo (Textos y fotos)

Madrid, España – (Blog do Pícaro) – Hace poco más de cien días que Jair Bolsonaro es el 38º Presidente de la República Federativa de  Brasil. Es el quinto presidente electo democráticamente tras la dictadura militar brasileña.

En su primer discurso institucional en el Congreso Nacional, en Brasilia (DF), el 01 de enero pasado, el Excelentísimo presidente afirmó que su campaña electoral “atendió” a la llamada de las calles y “forjó” el compromiso de colocar Brasil por encima de todo y Dios por arriba de todos. Declaró que con la bendición de Dios, el apoyo de su familia y la fuerza del pueblo brasileño, trabajaría incansablemente para que Brasil “encuentre su destino y se transforme en la gran nación que todos queremos que sea”. Asimismo, prometió que Brasil volvería a ser un país “libre de ataduras ideológicas”. También agradeció a Dios por “estar vivo”; por ser “el presidente” y que con Él (Dios) “vencería los obstáculos”.

El ultraderechista Bolsonaro, militar de reserva (ex capitán del Ejército), apodado de “mito” por sus seguidores, empezó su andadura presidencial con un discurso desorientado. Ignora que en la gobernabilidad terrestre el gran desaparecido es Dios. Que llevar el lema militar de su campaña electoral “Brasil por encima de todo, Dios por arriba de todos” para el terreno de su gobernanza, es pisar en zona minada. Brasil siempre ha convivido armoniosamente con diferentes credos religiosos. Igualmente ignora que encontrar el destino de una nación no es un cometido de los mortales y que cualquier atadura ideológica, de izquierdas o de derechas, es atroz para los pueblos.

Bolsonaro, político de poca monta del ignoto Partido Social Liberal (PSL), es un hombre nostálgico de la dictadura, homófobo, racista y ultrarreligioso. Considera que la dictadura militar, que asoló Brasil entre 1964 y 1985, nunca existió. Incluso intentó sin éxito que 31 de marzo se celebrase en el país los 55 años del aniversario de la implantación del Gobierno Militar.

Le encantan las armas y las pescas ilegales. Ya fue multado tras ser pillado in fraganti pescando en área protegida. Poco después de llegar a la presidencia, el inspector ambiental que le había multado fue apartado del cargo, y la infracción económica que le había puesto anulada. Brasil disfruta de 7 mil kilómetros de costa atlántica y es la mayor reserva de agua dulce del mundo.

“No soy economista, ya dije que no entendía de economía”, manifestó Jair Messias Bolsonaro (Glicério, São Paulo, 1955).

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El Gobierno Bolsonaro no estuvo a la altura de su responsabilidad en la tragedia de Brumadinho.

Gobierno ausente. Pasados los primeros días de presidencia, el nuevo Gobierno −una fusión de evangélicos, militares y tecnócratas− se encontró con su primer gran desafío el día 25 de enero. La rotura de la Presa I de la Mina Córrego do Feijão, en Brumadinho, en el estado de Minas Gerais, de la minera Vale, que ocasionó centenares de muertes y una destrucción medioambiental sin precedentes.

Después de sobrevolar la zona devastada, Bolsonaro tiró de Twitter y escribió: “Haremos lo que esté a nuestro alcance para atender a las víctimas, minimizar los daños, aclarar los hechos, hacer justicia y prevenir nuevas tragedias, como la de Mariana y Brumadinho, para el bien de los brasileños y del medio ambiente”. Sin embargo, a continuación, declaró a una emisora de radio brasileña: “El Gobierno no tiene nada que ver con este tema de Vale”.

En la tragedia anunciada de Brumadinho la minera Vale evidenció que su avaricia no tiene límites en cuanto que el Gobierno Bolsonaro demostró que es ineficaz. La rotura de la presa de Vale fue una negligencia empresarial y no un desastre natural.

Pese a todo, para el conjunto de la sociedad brasileña, los verdaderos héroes anónimos de Brumadinho son los bomberos brasileños que mostraron al mundo su resistencia y heroicidad ante una situación límite.

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Los bomberos brasileños fueron los héroes de la tragedia de Brumadinho.

Sin bozal. En febrero, cumpliendo órdenes de uno de sus hijos y cesando al ministro Gustavo Bebbiano, de la Secretaria General de la Presidencia, Bolsonaro puso en alerta máxima a sus pocos aliados. Los popularmente conocidos como Los pit bull del presidente –Flávio Bolsonaro, senador; Carlos Bolsonaro, concejal, y Eduardo Bolsonaro, diputado−, cada día que pasa se hacen más fuertes. Caminan sin correas y bozal. Cariñosamente son llamados por su padre presidente Cero Uno, Cero Dos y Cero Tres.

“Él me puso aquí y debería ser ministro”, dice el presidente sobre su hijo Cero Dos (Carlos Bolsonaro), concejal de la Cámara Municipal de Río de Janeiro desde 2001. Cero Dos es el estratega del presidente en Internet. “Tuve 4 hijos hombres. Aflojé y tuve una mujer”, revela el presidente.

“Es preocupante cuando un hijo del presidente ataca al presidente de la Cámara de Diputados. Nosotros no vamos a permitir eso”, afirmó Rodrigo Maia, presidente de la Cámara de Diputados en Brasilia, refiriéndose a las palabras de desprestigio a la Cámara de Diputados proferidas recientemente por Cero Dos (Carlos Bolsonaro). Maia acusó al mismísimo Cero Dos de “creer que gobernar Brasil es un juego de niños”.

Simultáneamente, el diputado José Nieto, puntualizó: “Los hijos de Bolsonaro se consideran también presidentes. No estamos en la República Federativa de Brasil; estamos en la “República Federativa de la familia Bolsonaro”.

“Mi Gobierno será el de la democracia y la libertad”, avisa el presidente  Bolsonaro, máxima autoridad de la primera potencia económica de Latinoamérica, que cuenta con 208 millones habitantes y es el quinto país más poblado del mundo.

“No nací para ser presidente, nací para ser militar”, dice el presidente. “Patria amada Brasil” es el lema de cabecera de su Gobierno.

Lluvia dorada en marzo. Cuando llegó el Carnaval brasileño, a principios de marzo, Bolsonaro sorprendió la nación divulgando en su cuenta de Twitter un video de contenido sexual aberrante, captado al vuelo en una céntrica calle de São Paulo, durante las celebraciones del carnaval. Con la publicación de esta imagen el presidente dejó caer que “en eso” que se estaba transformando la fiesta brasileña por antonomasia. Ofendió a millones de personas con este paralelismo. Días después el presidente eliminó el vídeo de su cuenta, pero no pidió excusas a la nación brasileña. El desgate político de esta acción fue brutal. Mientras tanto, durante la celebración del 8M, hizo constar que su Gobierno es “paritario”. De los 22 ministros que le acompañan en el Gobierno solo dos son mujeres.

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Manifestación del 8 de marzo pasado en Madrid donde las mujeres hicieron una exitosa huelga reivindicando sus derechos e igualdad.

Analfabeto histórico. En su reciente visita institucional a Israel, para afianzar su sintonía política con el derechista primer ministro israelí, Benjamín “Bibi” Netanyahu, después de visitar el Museo del Holocausto, Bolsonaro tuvo el descaro de declarar que “no hay duda de que el nazismo fue un movimiento de izquierdas”. Al momento, tanto la dirección del Museo como diversos especialistas, le contestaron diplomáticamente: “El nazismo fue un movimiento cruel de la extrema derecha”.

Coincidentemente, en Brasil, uno de sus retoños, el Cero Uno, senador Flávio Bolsonaro, escribió en Twitter: “Quiero que vosotros exploten”. Su deseo belicista iba dirigido al grupo palestino Hamás, considerado una organización terrorista por la Unión Europea, por censurar a su padre que anunció que abrirá una oficina de negocios de Brasil en Jerusalén. Durante la campaña electoral Bolsonaro había prometido trasladar la Embajada brasileña de Tel Aviv a Jerusalén.

Por otro lado, cabe resaltar que el hijo Cero Tres, diputado Eduardo Bolsonaro, considera que Steve Bannon es un “icono en el combate al marxismo cultural”. El ultraderechista estadounidense Bannon fue apartado del Gobierno Trump por ser demasiado radical. Actualmente vive en Europa y se codea con cualquier ultra que encuentra.

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En algunas fachadas la imagen de Bolsonaro está visible.

Peor imposible. Tras 100 días en la presidencia, Bolsonaro ya ha cesado a dos ministros: Gustavo Bebbiano, ministro de la Secretaria General de la Presidencia, y Ricardo Vélez, ministro de Educación. No ha conseguido formar una base aliada para gobernar y las divisiones internas en su Gabinete son públicas. Su arrinconamiento en las redes sociales donde levantó diversas polémicas es patético. Escribe sin pensar. De igual forma, el oscuro pasado político de sus retoños −Cero Uno, Cero Dos y Cero Tres−, es preocupante. Los hechos revelados por la prensa brasileña hasta el momento así lo indican. Incluso algunos de ellos están siendo investigados por la Justicia.

Bolsonaro, que incluye en su Gobierno a ocho antiguos militares, dirige un Gobierno errático, desgastado y aislado. Ha cumplido 12 de los 58 compromisos asumidos durante la campaña electoral. Desea imponer una “atadura” de derechas, revisar la historia de Brasil y, de paso reescribir la historia de la Humanidad. ¡Cuánta cultura!

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Cartel encontrado en São Paulo en enero de 2019 muestra Bolsonaro y dice “Escupa aquí”.

Una de promesas estrellas de la campaña electoral del presidente electo es la alteración del Código Penal para incluir la “exención penal” a los policiales que matan delincuentes en acto de servicio. La promesa está en el limbo por ser inconstitucional.

“De vez en cuando le pregunto a Dios, ¿Yo qué hice para estar aquí?, dijo Bolsonaro durante la ceremonia para celebrar sus 100 días de presidencia. “Vivo en arresto domiciliario sin tobillera electrónica”, añadió.

“La verdad por delante”, pregona el ministro Onyx Lorenzoni, jefe de Gabinete de la Presidencia de la República.

Para rizar el riso, el 18 de abril pasado, día del Ejército, durante la ceremonia con los militares en São Paulo, Bolsonaro señaló: “Estimados integrantes de los medios, independiente de que haya algunos percances entre nosotros, nosotros necesitamos de vosotros para que la llama de la democracia no se apague. Necesitamos de vosotros, cada vez más. Palabras, letras e imágenes que estén en perfecta sintonía con la verdad. Nosotros, juntos, trabajando con este objetivo, haremos un Brasil mayor, grande y reconocido en todo el escenario mundial. Es eso lo que nosotros queremos”.

Dios mío… ¿No es para llorar? ●