¿Cuándo encontraste el cómic?
– En la infancia. Leía los tebeos y era un mundo distinto. Cuando terminaba uno quería otro. Y como no los tenía; los dibujaba yo. No sé si era por el gusto a la aventura o por la voluntad de hacer cosas. No había ninguna decisión de futuro. Buscaba el placer.
¿Por qué crees que eres historietista e ilustrador?
– Quizá porque siento placer en fabular e inventar cosas de la nada. Durante mucho tiempo pensé que iba a ser pintor. Incluso estudié Bellas Artes. Pero en un momento determinado de mi vida eché de menos fabular e inventar historias. Sigo pasándolo muy bien pintando, sobretodo haciendo caras, sin embargo necesito contar o inventar historias.
¿Feliz con el Premio Nacional de Cómic, concedido por el Ministerio de Cultura español por la publicación del espléndido álbum Plaza Elíptica?
– Sí, claro. Además, a efectos prácticos –económico- está bien.
También tiene un aspecto de orgullo y satisfacción por el reconocimiento de un trabajo que tardé tres años para realizarlo.
Siempre es bueno para el trabajo este reconocimiento porque es buscar un cambio de difusión y llegar a más gente. Ahora, todavía es muy lejana la posibilidad de se vivir del cómic en España. Eso no le pasa a casi nadie.
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