La Epopeya de Oriente Medio

Por Majed Dibsi

Han pasado cuatro años de aquellas efemérides que cautivaron el mundo, me refiero a lo que vino en llamarse «las primaveras árabes», que auguraba una nueva era de paz, libertad y prosperidad.

Majed

Cuatro años después, toda esa ilusión se redujo a nada, y aquellas acaloradas discusiones que el nuevo y sorprendente despertar del mundo árabe suscitó entre amplios sectores de la izquierda en particular y los expertos politólogos y sociólogos en general, quedó atrás. Y de pronto esta parte del mundo se convirtió en agotable fuente de información dramática, de muerte y terror.
Lo sucedido en el Cairo hace semanas donde más de una treintena de personas murieron y más de cien resultaron heridas, frente a un campo de fútbol, en un enfrentamiento entre hinchas del equipo Alzamalek y las fuerzas de seguridad egipcias, nos recuerda un drama similar que ocurrió precisamente en otro campo de fútbol de Egipto- en Port Said el 1 de febrero del 2012 donde murieron entonces 74 personas y centenares resultaron heridas, todas del equipo visitante, el Al Ahli. Entonces el presidente era aún Hosni Mubarak contra el que estalló la revuelta popular del 25 de enero. Esta vez es el presidente Abdel Fatah al Sisi.
Aparentemente nada ha cambiado en el mayor país árabe, lo del fútbol es un episodio ´más de violencia extrema, del terrorismo que azota el país desde la llegada del general Alsisi al poder.

Violencia que va en aumento sobre todo en la península del Sinaí, en medio de una crisis socioeconómica generalizada. El Gobierno egipcio se enfrenta al nuevo desafío que es el terrorismo de grupos yihadistas a los que al parecer les ha declarado la guerra sin cuartel, y de paso parece afectar a las libertades que la nueva era pretendía establecer, libertades que junto a la situación socioeconómica, quedan desplazadas a un segundo plano.
Sin embargo a mi juicio lo que sucede en este país árabe y en otros de la zona como Siria, Irak, Yemen, inmersos en guerras devastadoras contra los mismos grupos yihadistas , sobre todo ISIS y al Nusra , no obedece solamente a factores internos, sino también a factores externos que tienen que ver con el posicionamiento de la región en el nuevo orden geopolítico cambiante a escala universal.
Egipto se enfrenta en este sentido a varios desafíos que afectan a su seguridad nacional empezando por la situación en Gaza y los acuerdos de Camp David con Israel, la situación en Libia al oeste , la seguridad del agua al sur y la división de Sudán. Y sobre todo el papel de Egipto en el mundo árabe que a lo largo de las últimas cuatro décadas perdió su condición de líder del panarabismo.
Hoy Egipto vive una paradoja casi insalvable,. por un lado depende económicamente de los estados del golfo para relanzar su economía, por otro quiere recuperar progresivamente su liderazgo del mundo árabe, abogando por la unidad y el entendimiento. Una unidad que hoy en día brilla por su ausencia.

También Egipto pretende diversificar sus relaciones militares y de cooperación sin romper con EE.UU. De ahí la visita oficial de dos días del presidente ruso Vladimir Putin a el Cairo llevada a cabo el mes pasado, que no fue del agrado de la administración OBAMA.
A tenor de lo dicho intentaré ir desgranando el enigma del complicado panorama en Oriente Medio a partir de dicha visita del presidente ruso Vladimir Putin al Cairo, y los mensajes que ha querido transmitir a países tanto regionales como occidentales.
El primero de los mensajes es la vuelta de Moscú hacia su antiguo aliado de la época soviética y naserista, con los acuerdos militares de venta de misiles S300, y S400, y la rehabilitación de la industria militar egipcia.
También los acuerdos económicos e industriales son importantes, como la construcción de una central nuclear para fines pacíficos, un viejo proyecto frenado por el desaparecido presidente egipcio Anwar Al-sadat en 1974, y la potencialización de la industria turística egipcia, atrayendo a más visitantes rusos.
Por otro lado acuerdos políticos que avalan el regreso de Egipto a su papel de liderar el mundo árabe y la reconciliación inter árabe, sobre todo en su esfuerzo de hallar soluciones políticas de las crisis en Siria, Yemen, Libia etc. en base a la no injerencia y el respeto a la integridad territorial de esto países.
Sin embargo el reencuentro entre El Cairo y Moscú no significa el deterioro y dar la espalda a otras relaciones sobre todo con EE.UU o Francia a juzgar por la compra de 24 aviones militares franceses, aunque evidentemente la visita de Putin no sentó nada bien a la administración norteamericana, sobre todo si

tenemos en cuenta que el clima de una especie de guerra fría vuelve a reinar en el horizonte, y envuelve crisis como las de Siria, Iraq, Yemen, el tema nuclear iraní al este, y de Ucrania al oeste. La concepción del terrorismo y la lucha contra ISIS, son ejemplos evidentes del desencuentro entre EE.UU y sus aliados por un lado y Rusia y sus aliados por otro.
El secuestro y posterior decapitación de 21 ciudadanos egipcios, trabajadores coptos, en Libia a manos de ISIS, una semana después de la visita de Putin y la respuesta del ejército egipcio al bombardear, no es mera casualidad. Alguien pretende o le interesa que Egipto se sumerja en las acciones bélicas en el desierto libio, aparte de su guerra contra grupos terroristas en la península del Sinaí.
Mientras tanto al otro lado de la orilla del Mar Rojo y en su entrada sur, Bab Almandeb en Yemen, se recrudece la situación. La mayoría de las embajadas occidentales y otras del golfo arábigo o pérsico procedieron a retirar su personal diplomático de Saná, tras el control de los grupos de la oposición capitaneados por Ansar Allah de las instituciones y el territorio del país. Al mismo tiempo se convocó, a instancia de los pases del golfo una sesión del Consejo de Seguridad para tratar la situación en Yemen. Pretendían que el Consejo aprobara una resolución de intervención de acuerdo al artículo séptimo del reglamento del Consejo, una propuesta que fue rechazada, y en su lugar se aprobó una resolución que insta a la oposición a que busque el consenso y el respeto a las que consideran autoridades legítimas.
Cabe señalar que la sustitución del presidente yemení Ali Abdullah Saleh, tras el estallido de las revuelta popular el 17 de febrero de 2011 y sustituirle por su segundo en base de la
Iniciativa del Consejo de los países del golfo, no resolvió nada. Al contrario, las cosas empeoraron, y la injerencia externa fue notoria a partir de entonces. La injerencia saudí y sobre todo norteamericana, interesada en el control de la entrada del Mar Rojo es evidente, a juzgar por la destrucción del material militar por los propios norteamericanos en el aeropuerto de Saná, tras la retirada de su personal diplomático y militar del país.