Artículo original publicado en portugués en el periódico brasileño Sete (pdf).
Un día después que Rodríguez Zapatero, del PSOE (Partido Socialista Obrero) español ganara las elecciones en 2004, el perdedor Mariano Rajoy, del conservador (PP) Partido Popular, empezó su nueva campaña a la presidencia del gobierno, entonando el mantra Zapatero demisión. Sin embargo, los socialistas aprobaron ―sin el apoyo de los populares― diversas leyes de carácter social y progresista: a favor del matrimonio homosexual, del aborto, contra la violencia machista, persecución sin tregua del grupo terrorista ETA.
En las elecciones de 2008, Rajoy perdió otra vez y volvió a ganar Zapatero. Un día después, complementó el mantra: Zapatero dimisión-anticipa las elecciones. Mientras tanto, los socialistas avanzaron en la aprobación de leyes sociales, defendiendo la continuidad de los derechos sociales vigentes, principalmente la educación y salud pública y gratuita para todos.
Hasta que un día, la estabilidad económica heredada del gobierno del PP y capitaneada por el ex primer ministro José María Aznar, desde 1996 al 2004, se reveló como un espejismo. La aparente riqueza nacional era fruto de la especulación inmobiliaria sin control público.
Esta política generó una brutal crisis económica. Fue implantada con la participación de políticos ― concejales y alcaldes― que alteraban las leyes de recalificación del suelo motivados por intereses particulares; de banqueros que concedían hipotecas sin control y de constructores que prometían casa nueva al alcance de todos. Millones de puestos de trabajo han desaparecido al mismo tiempo que millares de familias fueron y continúan siendo desahuciadas de sus casas por falta de pago. Una tragedia económica y social. Con la llamada “burbuja inmobiliaria” llegó también la económica, que desde 2008 hace que la eurozona corra serios peligros de retroceso social.
Así las cosas llegaron las elecciones de noviembre pasado, las primeras sin la amenaza terrorista de ETA. El candidato socialista Alfredo Rubalcaba, con siete millones de votos, perdió ante el insistente Mariano Rajoy, que obtuvo once millones de votos. “Los ciudadanos han decidido que los socialistas actúen en la oposición”, declaró Rubalcaba. “Los socialistas perdieron a causa de la crisis económica que atraviesa el país y por los errores de gestión y comunicación en la campaña electoral“, reflexionó Zapatero. Y los simpatizantes del lúdico y pacifista Movimiento 15-M, conocido como “indignados“, continúan gritando: “Que no, que no, que no nos representan”.
“Estoy contento y satisfecho”, dijo Rajoy en la noche de la victoria. “No habrá milagros, no hemos prometido”. ¡Cuanta verdad! No prometió nada y no explicó su plan de gobierno. Gobernaré “como Dios manda”, declaró durante la campaña. Electo Rajoy, el mercado ni se inmutó. La prima de riesgo española continúa oscilando entre los insoportables 500 puntos. ¿Y ahora Mariano? “¿Vuelta a la derecha?” •