El regreso de los espías

Justo cuando una era del espionaje tocaba a su fin, con el fallecimiento en Moscú del más célebre agente doble británico de la Guerra Fría, Estados Unidos ha recibido por sorpresa una bofetada inesperada y monumental del ciberespionaje ruso. Los espías están mas vivos y son mas sofisticados que nunca. Con menos trazas de romanticismo y nuevas armas cibernéticas, los nuevos espías digitales meten ahora su nariz en la estructura de los Estados y también en las empresas con mas interés y peligro que nunca. 

Por Javier Martín Domínguez

El gran debate tras la elección como presidente de Donald Trump en 2016 fue la existencia de una trama rusa que maniobró para alentar su candidatura frente a la de Hillary Clinton. Hubo una larga investigación, dimisiones y especulaciones de todo tipo que provocaron el primer impeachment de Trump, y que que obligaron a una vigilancia especial sobre la seguridad del sistema electoral.  Cuatro años despues, el general Nakasone encargado de la ciberseguridad norteamericana dictaminó que el sistema estaba a salvo. Todo ello a pesar de la conflictiva situación creada en el reciente recuento. Pero, solo unos días despues de darse por bueno el resultado, la prensa daba cuenta de que los Estados Unidos de América acababan de sufrir la mayor penetración en sus sistemas informáticos- tanto de la Administración como de empresas privadas –en su historia. Lo peor de todo es que no hay seguridad de que los espías cibernéticos se hayan dejado abierta una puerta trasera para seguir fisgando en el santa sanctorum de la otrora inexpugnable seguridad americana.

Washington, el Pentágono y sus agencias de espionaje y contraespionaje, desde la CIA a la NSA y el departamento de Seguridad Nacional,  creado tras el atentado de las Torres Gemelas, no solo han sufrido el ataque, sino lo que es aún mas grave, que  ninguna de las citadas agencias se habían percatado del mismo. Fue una compañía privada del sector de las comunicaciones y la seguridad digital, Fire Eye (Ojo de Fuego) la que puso en alerta del espionaje y la que aseguró que procedía del frío.

Lo peor de todo es que no hay seguridad de que los espías cibernéticos se hayan dejado abierta una puerta trasera para seguir fisgando en el santa sanctorum de la otrora inexpugnable seguridad americana.

Moscú y especialmente su antiguo jefe del espionaje Vladimir Putin se entretenían en esos mismos días en celebrar a su contraespía mas longevo y eficaz, el británico que trabajo para el KGB, George Blake. Medalla de Lenin en 1966, fue enterrado con las preceptivas salvas de honor en un cementerio para privilegiados que rindieron servicios singulares a la Lubianka, la sede de los servicios secretos rusos situada en un alto edificio de ladrillos amarillos en el mismo centro de la capital rusa, a la vista de todos, pero cerrado a los curiosos. Denominada ahora, tras la desaparición de la Unión Soviética, como FSB (Servicio Federal de Seguridad), la Lubianka ha sido escenario de los secretos mas jugosos y tenebrosos de la inteligencia soviética y el lugar donde acrecentó su curriculum y su base de poder el actual líder ruso, Putin.

El recién fallecido Blake estaba considerado junto a Kim Philby (el espía que pudo matar a Franco mientras actuaba enmascarado como corresponsal de guerra en España para medios conservadores británicos) como uno de los “pata negra” del doble espionaje. ¿Quiénes serán los que les emulan en la actualidad?  El reciente caso de espionaje masivo que afecta a los servicios de la Administración norteamericana, pero tambien a empresas con derivadas que pueden llegan hasta firmas españolas, parece obra de agentes que actuarían desde dentro de los Estados Unidos. Posiblemente, como en la época dorada del espionaje. ¿Agentes dobles? Agentes dobles.

El reciente caso de espionaje masivo que afecta a los servicios de la Administración norteamericana, pero tambien a empresas con derivadas que pueden llegan hasta firmas españolas, parece obra de agentes que actuarían desde dentro de los Estados Unidos. Posiblemente, como en la época dorada del espionaje. ¿Agentes dobles?

Una foto de archivo tomada en 1951 muestra al agente doble británico Kim Philby

Sorprende a propios y extraños el descuido de las agencias americanas, que ya han sufrido en el pasado reciente algunas sorpresas de dimensión descomunal, como la de la infiltrada en el departamento de espionaje sobre Cuba. El caso de Ana Belén Montes. Durante mas de diecisiete años, la empleada de origen puertorriqueño subió peldaños en el Pentágono sin ser detectada, convirtiéndose en la “número 2” de su departamento desde donde accedió a los datos del espionaje estadounidense sobre la isla castrista, y revelando la información de vuelta al régimen de La Habana. Una vez descubierta en 2001, la conocida como La reina de Cuba era una figura tan emblemática del despiste monumental de la inteligencia norteamericana que no fue incluida en los intercambios que se dieron durante el deshielo de las relaciones en la era Obama. Siguió encerrada en una celda de máxima seguridad en la cárcel texana de Fort Worth, reservada para los delincuentes mas peligrosos o con enfermedades psiquiátricas.

En este nuevo caso, mientras los generales americanos cantaban victoria al haber evitado una nueva acción rusa en el día electoral, los espías del frio se podrían estar frotando las manos porque habrían vuelto a penetrar los sistemas sin ser detectados. ¿Maniobras de distracción? Centrados en el viejo patrón de evitar las fake news en campaña como en la elección del 2016, los agujeros de ciberseguridad habían quedado mas expuestos que nunca. Pasadas cuatro semanas de las elecciones, una pequeña empresa con el ojo mas abierto que la Administración aún regida Trump, llamada Fire Eye, denunció la brecha. Los datos revelados ahora por medios como el The New York Times parecen aterradores para los responsables de la seguridad nacional. El problema puede haber estado sin detectar durante nueve meses. Han sido “tocadas” 250 agencias federales, afectando por tanto a toda la estructura del Gobierno de los Estados Unidos y tambien a otras grandes corporaciones. Un miembro del comité de inteligencia del senado declaró que la amplitud del caso “seguía creciendo”, sin conocerse su amplitud y sus límites.

El agente secreto soviético George Blake, escapó de una cárcel británica en 1966 mientras cumplía una condena de 42 años por pasar secretos a Moscú.

Tras las primeras evidencias, hubo un intento de culpar a China de este nuevo episodio. La prevención frente al desarrollo de los sistemas informáticos es bien conocida, y ha sido la base de la tensión con el gigante asiático desde la llegada de Trump al poder. La batalla por excluir a China del despliegue del 5G en Europa o incluso en Estados Unidos era solo la punta del iceberg sobre la “batalla por el futuro” que libran las superpotencias. China se ha mantenido prácticamente fuera de las redes de la expansión cibernética americana. Ha controlado al extremo las redes sociales y mecanismos digitales de comunicación, desde Facebook a Whatsapp, para evitar no solo sucumbir a sus mecanismos de comercio sino tambien para mantener cerradas sus puertas a los intrusos digitales. Ha preferido desarrollar sus propias aplicaciones y sus redes particulares para no evitar así, no solo la propaganda, sino para no ver penetrados sus sistemas.

De lo investigado hasta el momento, la creencia es que los ataques a los sistemas americanos proceden de Rusia, quizá a través de programas que algunas de las redes penetradas habían configurado desde empresas o profesionales del este de Europa. Pero tambien cunde el temor a que las operaciones se estén haciendo desde dentro de territorio norteamericano y que no haya forma de detectar y parar la invasión. Cuando los islamistas radicales consiguieron lanzar los aviones contra el World Trade Center del sur de Manhattam no solo realizaron un acto de guerra espectacular, sino que por vez primera demostraron a los Estados Unidos que su territorio no estaba a salvo de ataques. Solo el bombardeo Pearl Harbour, en la lejana Hawai era un precedente.  América era vulnerable al enemigo exterior.

La creencia es que los ataques a los sistemas americanos proceden de Rusia. Pero también cunde el temor a que las operaciones se estén haciendo desde dentro.

Esta penetración, al parecer masiva, en sus sistemas informáticos de gobierno elevan el grado de vulnerabilidad de la América que hereda Joe Biden este mes a un grado superlativo. ¿Puede haber descuidado la Administración Trump sus obligaciones sobre seguridad nacional, negándose además a facilitar la información habitual al ganador de las elecciones durante las fechas previas al traspaso de poderes? La carta firmada conjuntamente  por los últimos secretarios de defensa norteamericanos dando por bueno el resultado electoral y llamando a que se dejen las dilaciones y las reclamaciones, supone tambien una clara llamada de atención al mantenimiento de una alerta sobre la seguridad nacional. En los últimos meses de su mandato, Trump ceso al jefe del Pentágono, a la directora de la CIA y al director de Seguridad Nacional. Puso al frente de las principales ramas de la defensa y del contraespionaje a hombres de absoluta confianza, que nadie sabe si estuviera a la altura de las circunstancias. Tampoco quedará claro que secretos nacionales ha amasado Donald Trump durante su estancia en la Casa Blanca y dado su turbulento final si su conocimiento va a comprometer la seguridad del país.

La otra gran pregunta, a tenor de las sospechas de la infiltración rusa es si está blindándose Putin frente a la nueva Administración americana de Biden. No será la única conjetura para intentar resolver las razones de este ataque sigiloso y sin humo, pero que esta levantando una creciente polvareda y reviviendo el fantasma de las mejores épocas del espionaje entre los bloques.

Publicado en Atalayar.com el 5 de febrero de 2021