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Ciudades inteligentes, emocionalmente inteligentes, adecuadas para VIVIR plenamente en ellas
Transitamos las ciudades, las vivimos, nos emocionamos con ellas, nos deleitamos con su geografía, entrelazamos los vínculos afectivos con las personas que las habitan. Toda geografía es emocional… no se trata solo de sesudos datos y gráficos. Están llenas de los sentimientos y sueños de quienes la visitan. Eso sí, se guardan los secretos con sutiles guiños que solo se desvelan en las imágenes personales de los protagonistas.
Naciones Unidas asegura que alrededor del 80 % de la población en el 2050 vivirá en centros urbanos.
Los conglomerados urbanos serán el foco de la actividad cultural, artística y económica Serán los que consumirán la mayoría de los recursos naturales y energéticos. Por otra parte generarán la mayor parte de los residuos, y serán responsables de la emisión a la atmósfera de los gases de efecto invernadero.
Smart City, es el concepto que se usa como una oportunidad para gestionar, y planificar de la forma más eficiente ese futuro eminentemente urbano. Un propósito urgente que nos lleva mejorar la calidad de vida, reducir el coste energético y el impacto medioambiental. Ciudades sanas y para el bienestar de todos los ciudadanos.
Las ciudades inteligentes es uno de los ejes del objetivo 20-20-20 que se ha fijado de cara al año 2020 en Europa, que supondrá la mejora en un 20% de tres pilares fundamentales para la sostenibilidad. Se traduciría en la reducción en un 20% de las emisiones de efecto invernadero, también del consumo energético y, por último, un incremento del 20% en la producción de energía renovable.
En varios pilares se basa el criterio para ser consideradas inteligentes: movilidad inteligente, economía sostenible, protección y preservación del medioambiente, ciudadanos inteligentes por la facilidad de aprendizaje a lo largo de su vida, pluralidad étnica y social, flexibilidad, creatividad y participación ciudadana, vida inteligente en lo relativo a salud, educación, cultura y un gobierno transparente y comprometido
Una ciudad en la que el acceso gratuito por Wifi en prácticamente un 100% es una realidad a la que se pretende llegar
En los rankings europeos aparecen 77 ciudades con los criterios que según la Unión Europea se puede catalogar como “smart city”.
Los países “top” son : Luxemburgo, Dinamarca, Suecia, Finlandia y Austria.
España, también está a la vanguardia en ciudades inteligentes en Europa, no en vano hay una Red Española de Ciudades Inteligentes (RECI).
En estos días de Noviembre el IE Business School de Madrid La escuela de negocios española privada, más acreditada para desempeñar esta función, según lo ha publicado el New York Times ha realizado un interesante encuentro con sus colaboradores sobre este tema. Han presentado el libro blanco “Smart Cities. La transformación digital de las ciudades” donde se hace un profundo estudio sobre antecedentes, realidad y prospección de este modelo así como los actores que intervienen en su dinamización y la áreas de trabajo comunes para pasar de la estrategia a la ejecución en la que aseguran que cada ciudad debe definir su propia visión y ritmo de transformación hacia una gestión inteligente. Valiosos datos, gráficos decálogos
Queda reflejado lo siguiente: “…Lo que sí parece estar claro es que la ciudad inteligente no es un fin en sí mismo sino una herramienta para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y los servicios que reciben. Pero tiene un coste que hay que financiar. Uno tiende a pensar que si uno de los efectos de conectar la ciudad es conseguir mayor eficacia, de esa eficacia derivarían ahorros con los que poder abordar la inversión. Por ejemplo, si se dota a las farolas de sensores de presencia y son capaces de apagarse cuando no hay nadie o si se recogen los contenedores sólo cuando avisan, mediante un chip, de que están llenos se ahorraría en iluminación y recogida de basuras. Sin embargo, no debe de ser suficiente. Y las miradas se han dirigido hacia lo que se considera el nuevo petróleo de nuestro siglo: los datos.”
Se nos ocurre en este momento que a los valiosos análisis- muchos de ellos cuantitativos -habría que establecer unos protocolos para que las ciudades, que son ejemplos de concentración vida, en determinadas circunstancias adversas puedan recuperarse rápidamente con ciertas dinámicas emocionales para que los estados de ánimo que se generan no sean un obstáculo para la recuperación. Más “razón y corazón” para ciudades inteligentes, habitables, generadoras de procesos de crecimiento que beneficien a toda la población.
Sully Fuentes.