Las corridas de toros y la moral católica

«Existe el mismo peligro exponerse a las astas de un toro que a las uñas o los dientes de un león», sentenciaron los concilios de Basilea y de Florencia en el siglo XV. Detrás de esta reflexión estaban las páginas inflamadas escritas por los teólogos cristianos del siglo III y IV encabezados por San Agustín, censurando las fiestas paganas en el circo, del mismo modo que lo habían hecho Cicerón y Séneca.

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