Las fugaces y veneradas hogueras de la tradición valenciana
Por Sully Fuentes
En Gandía el agua y el fuego conviven todo el año. Gandía se identifica a la vez con el sugerente Mediterráneo y las tradicionales Fallas. Un maridaje “explosivo” que en Marzo generan un flujo de turistas impresionados por la espectacularidad de sus monumentos de reducida vida. Se han hecho para venerarlos -y nadie lo duda si recorremos sus calles con gente apasionada por este ritual – pero… ya se sabe que se esfuman en unos pocos minutos. Cuando llega la noche del 19 – el día en honor a San José- nadie puede olvidar que se está en una ciudad atada a sus tradiciones más ancestrales y a la magia de los dos elementos que más necesita el hombre. Una historia inacabada de las relaciones fuego-agua, que mantiene el ser humano con la naturaleza que por momentos adquiere el estadio de éxtasis.
Las fallas parece que han tenido su origen en la costumbre que tenían los carpinteros que tiraban sus maderas y las incendiaban en honor a su santo. En 1784, un oficio de la autoridad municipal de Valencia prohíbe quemar fallas en las estrechas calles de la ciudad y obliga a colocarlas en plazas suficientemente amplias. Esto podría ser explicación de la plantá y la cremá que hoy vemos en más de 700 en toda la provincia. La palabra falla viene del mozárabe y se deriva de la palabra latina “fácula” (fuego).
Pero entre» hogueras y fallas» han pasado varios siglos y la realidad nos sigue mostrando una vinculación indispensable que según los propios valencianos es una necesidad del día a día» que involucra a prácticamente a todas las familias.
La música en vivo, la sátira más incisiva y el ingenio chispeante y popular dan vida a decenas de monumentos falleros en la provincia valenciana, mientras Gandía respira bocanadas de aire fresco del Mare Nostrum.
23 comisiones repartidas en diferentes categorías se preparan durante todo un año para hacer de la semana fallera del 16 al 19 de Marzo la gran fiesta de las celebraciones josefinas.
Pero no solo hay monumentos efímeros con motivos que atraen a los adultos Se diseñan fallas destinadas al mundo de los pequeños pero su temática no está basada ni en la crítica y ni en la sátira sino en «el mundo encantado» de los pequeños protagonistas. Por cierto, ellos también se organizan en una comisión donde deciden que es lo más conveniente en las muestras callejeras.
Resulta a apasionante seguir tan de cerca el trabajo y los procesos más detallados para construir una falla. Lo refuerzan los emotivos relatos de lo que siente la población por esta costumbre compartida con otros pueblos valencianos como Torrent, Xátiva, Sueca y Alzira entre otros pero que todos aspiran a ser declarados de “interés cultural intangible” como una muestra de las señas de identidad de la “Comunitat “valenciana.
El primer día de estas fiestas plantan un monumento con” ninots” que antes era de cartón piedra y ahora de corcho blando que luego moldean y colorean.
Las agrupaciones son muy compactas en cuanto a fervor festivo, integración, colaboración e iniciativa y particularmente en lo que concierne al un desembolso económico importante. Asumen responsabilidades que le ocupan la mayor parte del día y buena parte de la noche para sacra adelante estos días de gloria para el pueblo. Cada representación fallera puede costar entre los 4.000 y los 43.000 euros…que a los pocos días queda transformada en humo. Sólo se puede entender si se analizan el amor y el fervor que se le pone a esta tradición, donde niños y adultos (hasta octogenarios ) no quieren perderse por ninguna otra motivación.
Se visten todos con camisolas y un pañuelo al cuello. Salvo, quienes son elegidos como protagonistas de esa fiesta o los que forma parte de la corte que eligen el traje valenciano de fallera o fallero con varias prendas tradicionales superpuestas que proceden de la vestimenta del siglo XIX . Son de gran espectacularidad ( y precio) en cuanto a las ricas telas, prendas interiores y avalorios que le dan empaque , así como unos peinados y tocados que llevan su tiempo.
En la composición de este grupo escultórico efímero aparecen los personajes más relevantes de la sociedad que han sido motivo de burlas, sornas y críticas. Son pocos los que se escapan de que quedar ante la evidencia si su protagonismo y gestión no ha sido aprobado por la población.
Las calles y callejuelas mediterráneas se llenan -más aún -de luz y adquieren esas escenas con falleras y falleros con un halo propio de las pinturas de Sorolla. También lo hacen con una admirable vocación los músicos de las bandas que interpretando temas muy animados pasean su música durante muchas horas por todos los rincones de Gandía. Mientras tanto se cuelan por aquí y por allá petardos, cohetes y tracas en medio de una gran algarabía popular.
Valencia capital lo hace “ a lo grande”. Sin embargo GANDÍA le agrega algo especial : un emblemático bautizo de niño o niña que ha nacido para estar presente en esas fallas. Son sus padrinos honoríficos el “alcalde de ese momento” y la “ fallera mayor” electa ese año.
Cada día a las ocho se celebra L’alba con dulzainas y cantos al alba. Mientras el versador y el cantaor van improvisando sobre cada falla un tema que corresponde a la historia de sus agrupaciones y del tema elegido.
De igual manera se hace una entrega de premios, la ofrenda a la Virgen de los Desamparados y finalizan con la Nit de la Cremá dando color calor y brillo a la gran noche de San José
No faltan los buñuelos de calabaza, la Delicá de Gandía, ni la cazalla que se bebe para tener más resistencia ante tantas horas de festejos que no se olvidan en una noche.
Este año ha tocado lluvia y no por eso se apagó el fervor. Una alegría que el pueblo valenciano ofrece a todos los públicos que deseen unirse a esta gran celebración.