Momento delicado de Brasil como potencia emergente

Por Ramón-Darío Molinary

El Embajador de Brasil en España desde hace seis años, Paulo Cesar de Oliveira Campos, uno de los pilares del Servicio Exterior de la gran potencia de América Latina (con destinos anteriores en Washington, Tokio, Londres, Bonn) y experto economista en inversiones, compareció como orador invitado a un Desayuno ACPE, acompañado por su Consejero Luis Fernando de Carvalho y el Secretario de Embajada Paulo Henrique Zerbinatti.

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Brasil, que se apresta a ser la sede de los próximos JJ.OO. después de serlo del Mundial de Fútbol; que vivió en baño de multitudes la visita del Papa Francisco, atraviesa hoy por un creciente conflicto socio-económico.
Pocos días después de que el Gobierno de Dilma Roussef rebasara los cien días de su toma de posesión el 1ro. de enero, la figura de esta líder que en su juventud fue guerrillera ha caído, en sólo tres meses, del 80% al 30% por mor de la corrupción. En medio, claro está, del mega escándalo de Petrobras.
Ello ha supuesto pérdidas de 25,000 millones de dólares, cifra equivalente al PIB de Islas Baleares. Ha provocado el despido de 37,000 trabajadores, alcanzando ya 250,000 los parados desde que se inició este sonado caso de corrupción.

La presidenta Roussef, cabeza visible del Partido de los Trabajadores (PT), ha sido criticada incluso por su máximo valedor Luiz Inácio Lula da Silva, por el nombramiento del economista Joaquín Levy como Ministro, quien se formó en la Universidad de Chicago y es un convencido defensor de medidas de austeridad y ajustes presupuestarios que ahogan al pueblo.

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En un escenario «de crecimiento bajo e inflación alta» confronta la presidenta con el líder de la oposición Alécio Neves, quien pocos días antes de la VII Cumbre de las Américas que acaba de ser clausurada -sin conclusiones- en Panamá resumiera en Lima, en un Seminario sobre América Latina organizado por el Nobel Vargas Llosa, que las tres prioridades de Brasil deberían ser: la predictibilidad, la disciplina fiscal y la justicia social.
Petrobras ha sufrido un descenso bursátil de 30% y la recesión de la economía brasileña que era de 0.5% , ha sufrido un nuevo bajón.
Como si fuera poco, las relaciones con EE.UU. se han deteriorado a raíz de las revelaciones informáticas de Edward Snowden; y Lula vuelve a utilizar su frase favorita mientras fue sindicalista: «el peón que come solomillo no quiere volver a comer carne de segunda». Claro ejemplo de que el pueblo se ha vuelto más exigente y el malestar social crece.
El tesorero del PT, Vaccari, compañero de fatigas de Lula a lo largo de un cuarto de siglo, acaba de ser detenido por toda una trama corrupta que se asemeja a los vergonzantes casos Bárcenas y Rato en España.
RDM