Antonio Bonet Correa: Alma vanguardista

Este camino / ya nadie lo recorre / salvo el crepúsculo (Basho*)

Por Jairo Máximo

Madrid, España − (Blog do Pícaro) – Durante las dos primeras décadas del siglo XXI mantuve una estrecha amistad con la pareja Antonio Bonet Correa y Monique Planes. En nuestras conversaciones el inmenso conocimiento artístico, histórico, arquitectónico, literario, cinematográfico, político y social que ambos atesoran afloraban.

Antonio Bonet Correa (A Coruña, 1925– Madrid, 2020) historiador del arte, catedrático y académico, era un intelectual clave de la cultura contemporánea española. Un verso suelto. Es autor de más de 100 obras publicadas que son una referencia en la Historia del Arte y en las Humanidades en general. Dirigió museos y cursos y fue comisario de singulares exposiciones.

“Siempre consideré que era un servicio indispensable procurar iniciar a los estudiantes más jóvenes en el entusiasmo por el arte”, decía él.

Referente histórico. Cuando en mayo de 2020 saltó la noticia de que el multifacético senhor Bonet –como yo le llamaba cariñosamente- había fallecido en Madrid sentí una profunda tristeza. Perdí un amigo y España un maestro de maestros.

“He tenido la suerte de nacer en el seno de una familia de intelectuales. Desde niño viví en la vanguardia intelectual y eso me ha predeterminado […]  la infancia y la formación son determinantes para todos”, me confesó en 2009 durante una entrevista que le hice.

La pareja Bonet Correa y Monique Planes tuvieron tres hijos – Juan Manuel, escritor y crítico de arte; Pierre, flautista y musicólogo e Isabel, traductora. En 2017, durante una entrevista que hice con su hijo Juan Manuel, cuando éste era director del Instituto Cervantes, al referirse a su niñez declaró: “He nacido en una familia en la cual el arte y la cultura han sido tradición. Mi padre hablaba que su madre escribía, que su padre militar pintaba y que un familiar suyo de Lugo, el escritor y gramático Evaristo Correa Calderón (1899-1986), que yo lo conocí ya mayor, era vanguardista […] desde niño viví en la vanguardia intelectual”.

Hombre estela. Por donde el erudito y vitalista Antonio Bonet Correa pasó dejó su particular impronta. En 1948 se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Santiago de Compostela. En 1951 el Gobierno francés le concedió una beca para estudiar en el Institut Nacional d’Historie de l’Arte de La Soborna, diplomándose en Museología por la École du Louvre. Entre 1952 y 1957 fue profesor ayudante en la Universidad de La Soborna. Al mismo tiempo, en 1957, se doctoró en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid.En la capital francesa conoció a Monique Planes, el amor de su vida, con quien se casó. En septiembre de 1957 volvió a España y dio inicio a su fecunda trayectoria académica. Impartió clases de Historia del Arte en diversas universidades españolas. Fue profesor extraordinario de la Universidad de Estrasburgo y profesor visitante de la Fundación Paul Getty de Santa Mónica, en California. Catedrático Emérito de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid. Doctor Honoris causa por la Universidad de Vigo, Extremadura, Cáceres, Santiago de Compostela, Málaga y Sevilla. Académico, entre otras, de la Real Academia de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, de la Real Academia de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona, de la Academia Nacional de Bellas Artes de Lisboa y de la Academia Nacional de Argentina.

Durante su frenética actividad profesional recibió diversos premios. En 1977 el Gobierno francés lo nombro Comendador de la Orden de las Palmas Académicas y en 1996 “Chevalier de I’Ordre des Arts et des Lettres”. En 2012 el Gobierno español le concedió la medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Un año después sus numerosos y relevantes trabajos sobre urbanismo le valieron la obtención del Premio Internacional Geocrítica.

“En 1975, por causa de su orientación política, pasó unos días en la cárcel de Carabanchel al ser apresado junto al resto de los integrantes de la junta democrática de la Universidad Complutense. Pero ni siquiera esa circunstancia fue desaprovechada por el curioso investigador, ya que pasados unos años publicó un estudio sobre la arquitectura carcelaria en España”, recordó el catedrático Alfredo J. Morales en el laudatio leído en el acto de investidura de Antonio Bonet Correa como doctor Honoris causa de la Universidad de Sevilla, realizado en 2017.

Antonio Bonet Correa también fue director del Museo de Bellas Artes de Sevilla y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; académico-delegado y bibliotecario de la Real Academia; presidente ARCO (Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid) y de la Asociación Española de Críticos de Arte; asesor de Presidencia del Patrimonio Nacional y de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza; miembro del Patronato permanente del Museo del Prado, entre otros cargos de relevancia.

“El concepto de museo que yo tengo es el de un lugar de descanso, un lugar para pensar, para mirar, para ver, donde degustar las cosas en silencio, tener una conversación morosa, un entendimiento del arte un poco como un sueño ensimismado […] un lugar sagrado, un ambiente silente, donde soñar, imaginar, sentir”.

Legado transcendente. “Hasta el final, Antonio Bonet Correa no ha renunciado a disfrutar del ilusionado empuje de la juventud y por ello sigue joven a los noventa años, transmitiendo esa nueva savia a cada generación que se sucede. Es, en efecto un espíritu juvenil, que reverdece entre los jóvenes. Un cumplido ejemplo, así pues, de juventud reverdecida“, escribió el historiador, crítico de arte y catedrático Francisco Calvo Serraller (1948-2018), discípulo del maestro, en el libreto del homenaje realizado en junio de 2016  por la Fundación Amigos del Museo del Prado, cuando Bonet Correa cumplió sus 90 años bien vividos.

“¿Cuál es el secreto de tanta productividad intelectual?” le pregunté en 2009. “Despertar pensando que hay algo en que trabajar, aportar y contribuir al papel que me han asignado o buscado. Es estar en contacto con la realidad social, con la realidad de los demás, con la realidad de la colectividad. Es la contribución de uno a la vida social […] soy pesimista metafísicamente y optimista vitalmente”, sintetizó.

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Su magistral monografía Los cafés históricos (2012), que aborda con precisión la historia de los cafés más importantes del mundo y, de paso, de los distintos movimientos sociales, artísticos, literarios, políticos y arquitectónicos –que transitaron y aun transitan por estos establecimientos−, desde el siglo XV hasta nuestros días, es una de sus obras de interés global. Es la ampliación del discurso de recepción que él pronunció en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el día 13 de diciembre de 1987, titulado “Los cafés históricos”, centrado en los cafés históricos en España.

Los cafés históricos es un libro autobiográficoEs parte de mi existencia. Tardé más de cinco años en concluirlo. Es una obra muy erudita. He de confesar que sin la constante e inteligente colaboración de mi mujer, Monique Planes, no habría podido realizarse”.

“Monique es la auténtica editora-cómplice de sus escritos y testigo privilegiado de toda su carrera”, sostiene el escultor Juan Bordes, amigo de la pareja.

Antonio Bonet Correa, en el salón de su casa en Madrid en 2009 / Foto: Jairo Máximo

Mano de pluma. En su prolífica producción académica el catedrático transitó por diferentes disciplinas artísticas. Su estrecho vínculo con Latinoamérica era notoria. En el ensayo titulado “La ciudad ideal: realidad y utopía”, incluido en la obra La ciudad del futuro (2009), se puede constatar su capacidad para construir resistentes pilares de palabras en lo cual la historia, el arte y la arquitectura se complementan agraciadas con su elegante prosa. 

“El tema de la existencia de las ciudades, en especial el de las grandes metrópolis, siempre ha preocupado a los filósofos, los legisladores, los políticos, los constructores, los arquitectos y los ciudadanos, incluidos los poetas y paseantes solitarios. También las ciudades han sido objetos de atención de los pintores, los dibujantes, los grabadores, los cartógrafos y autores de maquetas. Desde la Antigüedad hasta nuestros días el hecho urbano no ha cesado de producir una literatura y una iconografía que modernamente se ha visto incrementada con la fotografía, el cine y demás medios de expresión plástica. Tanto las novelas como las películas son a veces los mejores vehículos para penetrar en el alma y la vida de las ciudades, la forma más adecuada para conocer los misterios que encierran y la mágica fascinación que despiertan en aquellos para los cuales las urbes constituyen los únicos lugares en los cuales la existencia cobra plenitud vital”.

Patio interno de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. / Foto: Jairo Máximo

Deseo del maestro. Está escrito en el prólogo de las actas del II simposio “Urbanismo e historia urbana en el mundo hispano”, datado en 1982. “El día en que exista en España un centro dedicado a la investigación, documentación y enseñanza de la ciudad se habrá dado un paso muy importante para la verdadera modernización de nuestro conocimiento y acervo científico”. Infelizmente, pasadas cuatro décadas, el deseo del maestro Bonet Correa continúa siendo un deseo vanguardista. No era una quimera de juventud.

Maestro de maestros. Tras su fallecimiento el actual director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza Miranda, escribió en El País: “Antonio Bonet Correa supo compaginar la investigación con la alta divulgación y la protección del patrimonio con la gestión de los museos y de otras instituciones. […] querido Antonio, tu nombre figura ya, con letras de oro, en el laureado Parnaso español”. En la misma línea y en el mismo periódico, Estrella de Diego, escritora y comisaria de arte, escribió: “va a dejar un hueco inmenso en el corazón de tantos. La Historia del Arte y el mundo se quedan mucho más oscuros sin él”.

Ciudadano de a pie. Aparte de mi profunda admiración intelectual por Antonio Bonet Correa, también admiraba la cercanía que él y Monique mantenían con los vecinos del barrio, sin distención social o cultural. “Soy una persona corriente como hay que ser. Aquella cosa del intelectual que vive en una torre de marfil es un mito”, explicaba. Es sabido que él mantuvo una intima amistad con numerosos artistas de su tiempo. El arte contemporáneo, tanto de los artistas consagrados, como de creadores emergentes, ha suscitado siempre su atención.

Confidencias de medianoche. En el revelador discurso de investidura de doctor Honoris causa por la Universidad de Sevilla, el 18 de mayo de 2017, entre otras cosas, Bonet Correa reveló: “Los años vividos en Sevilla fueron para mí, mi mujer e hijos muy satisfactorios y plenos de actividades culturales y artísticas […] desde el punto de vista institucional fui, durante un breve período de tiempo, director del Museo de Bellas Artes, una de las pinacotecas más importantes de la Península Ibérica […] emprendí con entusiasmo la transformación y modernización de su vetusta instalación. Entre mis éxitos solamente momentáneos, logré que mi amigo el arzobispo Bueno Monreal, vendiese para ser expuesto en el Museo el cuadro de Diego Velázquez  La imposición de la casulla a san Ildefonso (hacia 1623), que estaba colgado en una de las salas del Palacio Arzobispal. Por desgracia al haber sido pagado con dinero municipal el alcalde lo retiró colocando el lienzo en su despacho del Ayuntamiento, hurtando así de la vista de los sevillanos tan preciosa obra de arte. Ahora bien, pronto surgieron las discrepancias con las autoridades más refractarias, lo que me llevó a presentar mi dimisión. El revuelo que se armó fue grande, dando lugar a que se propagase una leyenda urbana, según la cual, yo con mi mujer, a guisa de protesta nos habíamos bañado desnudos en la fuente en realidad inexistente, de la Plaza del Museo”.

Viaje a otra galaxia. En nuestro último encuentro, en abril de 2020, el liberal y progresista Bonet Correa, me comentó que estaba escribiendo sobre el arquitecto, escritor, ingeniero y tratadista romano Marco Vitruvio Polión (a.C. 81- a.C.15) y sobre el escultor español Guillermo Pérez Villalta. Asimismo, señaló que le preocupaba mucho la pandemia de la Covid-19 y los problemas que se avecinaban derivados de la misma.  

Sesión extraordinaria, pública y solemne en memoria del Excmo. Sr. D. Antonio Bonet Correa. / Foto: Jairo Máximo

Al cumplirse un año sin Antonio Bonet Correa, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, le organizó un emotivo acto in memoriam −con aforo limitado por la pandemia de coronavirus− que contó con la presencia de señalados académicos, ilustres discípulos y amigos. Incluso su hijo Pierre tocó a la flauta tres canciones en homenaje a su padre.

“El destino es el móvil de la felicidad o la desgracia de la existencia de los seres humanos”, señalaba Bonet Correa.

“Hay que comprometerse con la vida, con la sociedad y contra las guerras. Habría que lograr a través de la educación suprimir las guerras”, pregonaba.

Entre Antonios. Tras el fallecimiento de San Antonio (1190-1231), el fraile Julião de Spira compuso en 1232 un responso en homenaje a Antonio, que aún no era otro santo portugués, que rezaba así: Recupera-se o perdido, /Rompe-se a dura prisão, /E no auge do furacão /Cede o mar embravecido.

En contrapartida, tras el fallecimiento de Antonio Bonet Correa, su familia donó parte de su substanciosa biblioteca al Museo del Prado, y un retrato de Antonio pintado por Antonio Maya, a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Retrato de Antonio Bonet Correa pintado por el jiennense Antonio Maya. / Foto: Jairo Máximo

Adiós, senhor Bonet, muchas gracias por tenerme entre sus selectos amigos. Nos vemos en otra galaxia. ●

*Basho Matsuo (1644-1694) se considera el primer gran maestro de la historia del haiku, que a menudo utilizaba pequeñas bromas y juegos de palabras como reacción a las formas poéticas más académicas.

Nota del autor: Artículo en portugués Antonio Bonet Correa: Erudito e vital