Tiempo dorado, Tiempo de magostos. Ourense, en otoño.

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Antón Alonso.-

En Ourense, cuando en el ambiente ceden los veranos de fuego, llama a la puerta con suavidad el otoño. Lo hace dulcemente, al madurar el fruto de los erizos en los soutos(2) de castaños cercanos.
Aquí, los árboles le cantan su bienvenida al otoño incluso en los parques urbanos, agitando su paleta de colores; pero los castiñeiros de los soutos próximos son los únicos que tienen geometría otoñal propia.

Es por el San Martiño, no en vano es San Martin de Tours el patrono de la capital provincia, cuando da el erizo su salto definitivo desde el castiñeiro. Entonces, ve la luz la castaña, el fruto de oro de todos los otoños. Y otra vez el fuego recompone la rigidez de las esotéricas formas mágicas de la Tierra. Vuelve a oler a brasa de magosto en los montes que circundan la ciudad. Y en el Parque de San Lázaro, y diversos lugares de la ciudad a carro de castañero urbano.

Comer castañas es el rito repetido de cada otoño ourensano, el Magosto, forma parte de la cultura más tradicional de la ciudad y de la provincia, un acto social en el que comparten amigos y familia este fruto dorado.

FRUTO

En noviembre “Castañas, noces e viño son a ledicia de san Martiño” (“Nueces y vino, son la alegría de San Martín”).

La castaña fue el principal alimento para la supervivencia de tiempos felizmente olvidados, a la que le arrebató el protagonismo de la cocina gallega principalmente la patata, llegada hace siglos de las Américas a las que emigrábamos.

Hoy es postre de otoño y guarnición de platos elaborados con imaginativas y nuevas formas, especialmente aquellos que tienen como protagonistas principales a la caza.

Cuando llega este tiempo otoñal, la castaña vuelve a ocupar el lugar que le corresponde en la mesa y en la fiesta del Magosto.

Pero durante todo el año la castaña es de oro en París, donde llega a venderse, transformada en “marrón glaçé”, a 200 euros el kilo. Y en otros muchos lugares del mundo a donde la exportan las empresas ourensanas.

El pionero del “marrón glaçé” en Ourense fue el inolvidable amigo Pepe Posada, hombre comprometido con su tierra y “Iirmandiño” de vinos, comidas, tertulias, conferencias y cantadas, conocedor de canciones y saberes, viajero prematuro al espacio, pero su empresa sigue viva.

La castaña intenta recuperar su condición de elemento vital en la economía rural de Ourense. Por eso se creó la Ruta Europea de la Castaña, que mantiene su vocación industrializadora, pero que también crece como vía turística entre los montes de A Gudiña y O Invernadoiro.

Desde hace unos años se reclama con insistencia a la Unión Europea la declaración de Indicación Geográfica Protegida Castaña de Galicia, por su diferenciación y especiales características.

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LA FIESTA

El otoño también es tiempo de fiesta en esta Galicia que incluso rinde un especial culto a la muerte.

Las fiestas de otoño son tradicionales, inspiradas en las costumbres más antiguas y mucho menos verbeneras. Es decir, de mejor comer y rezar, que bailar.

Por eso hay ferias-fiesta y noviembre es el “mes de santos”.

La noche del 31 de octubre es la noche en la que el hombre inicia el camino de reencuentro con los muertos. Desde hace unos años, y bajo el influjo de la cultura estadounidense, locales comerciales, bares, discotecas y publicidad han abrazado con fuerza las fiesta de Halloween -término que viene de All Hallow’s Eve (Víspera de Todos los Santos)- sin ser conscientes de que la efeméride proviene de un rito celta de año nuevo que está presente en nuestra cultura desde hace siglos: El Samaín, con el paso de los siglos la fiesta ha ido derivando hacia una cita más festiva que religiosa.

“Los santos” en Galicia son los difuntos y la de Difuntos es la celebración generalizada en todo el País que antecede al Magosto, “la fiesta otoñal por excelencia”, en la que el fuego purifica las castañas que alimentan el alma. Y tiene ciertos componentes esotéricos.

Precisamente, en la montaña ourensana se sigue un viejo rito que nos obliga a comer castañas la noche de difuntos: “por cada una que comamos liberaremos un alma de las llamas del purgatorio o quién sabe si del infierno”.

Sin duda el magosto es lo más popular del otoño ourensano. Se celebra con carácter oficial en la vieja alameda, pero también en las parroquias que circundan la ciudad, todas ellas poseedoras de magníficos soutos de castiñeiros. En sus plazas se asan castañas y chorizos, se bebe el vino nuevo y se salta la hoguera al estilo del San Xoan.

REPOSO

Bellas lápidas de Calpurnia Abana y Boelio Rufo sitúan a las ninfas romanas en la “fuente del agua que quema” y son el origen de la vieja Auriensis, la “ciudad de oro” del antiguo Imperio.

As Burgas son fuentes de leyenda que habla de “un volcán en Montealegre”, el monte cercano a la ciudad y de “aguas termales que llegan desde el subsuelo de la Catedral”, porque nacen bajo la capilla del Santísimo Cristo del milagro de la sangre que mana su pecho y de la barba que aún le crece. Aunque la diabólica gente prefiere culpar de los hervores del agua a “la proximidad del Infierno”, por aquello de que, algún día, esta pudo haber sido “capital de pecado”.

Pero por lo que sea y por lo que sigue… el fenómeno termal se repite con abundancia en sus límites, para disfrute de quienes aquí habitan, y visitantes, especialmente allá donde la urbe se mira en los espejos del Miño. El gran río y sus dos afluentes, Loña y Barbaña, son los senderos de agua que embellecen la vibrante geografía periférica ourensana.

Sobre la hermosura de las sendas fluviales recomponen el paisaje puentes antiguos y puentes modernos, para que escuchemos desde ellos la sinfonía que entonan las danzarinas aguas.ourense2-51282 (1)

TIERRA

Esta Tierra no pone límites a la euforia, porque es posible. En ella diseñamos el refugio ideal para escapar de la lluvia otoñal y prepararnos para el invierno de frío, junto a esa “lareira” (3) que convierte la estancia en el salón de baile de las serpientes del fuego.

Así pasa, hasta que la luz cálida cae por la ventana y nos asomamos al jardín para oler el mediodía y escuchar músicas de seda. Entonces vertemos nuestra pasión en el árbol de los mil años. Nos sale al paso porque ha sido procreado en nuestro más real entorno: la aldea, ese lugar telúrico a donde gente como yo, a la que apasiona descubrir los paisajes del mundo y sus paisanajes, necesitamos volver en determinados momentos.

(1) Magosto: Fiesta tradicional, donde se asan castañas al fuego, en el mes de noviembre, extendida en el norte de España, especialmente en Galicia y también en Portugal, donde se denomina “magusto”.
(2) Soutos: Lugares poblados de castaños.
(3) Lareira: Piedra del hogar sobre la que se hace y conserva el fuego…. El origen de lar, etc. Viene de los dioses domésticos o “lares familiares”, que se veneraban en la cocina.

Publicado en Catalunyapress.es  Viajespress.